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Tratado de París |
Publicado: 2018.01.31 - 12:40:13 / web@renciclopedia.icrt.cu / Juan Blas Rodríguez |
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Aunque en numerosos textos de historia se afirma que el 10 de diciembre de 1898, día en que firmado en París el Tratado de Paz entre España y los Estados Unidos de América, marca el fin de la guerra entre esos dos estados, esa aseveración no tiene fundamento desde el punto de vista jurídico formal.
El Tratado -tal y como lo estipula su artículo XVII- debía ser ratificado por las partes contratantes para su entrada en vigor, y el intercambio de instrumentos de ratificación se produjo en Washington el 11 de abril de 1899, por lo que el estado de guerra entre España y los Estados Unidos cesó formalmente en la última fecha, tal y como lo afirmó McKinley en proclama presidencial de ese día.
De esta manera y en correspondencia con el Derecho de la Guerra, parte integrante del Derecho Internacional Público, los dos estados beligerantes pusieron fin al conflicto bélico que los enfrentó a finales del siglo XVIII, ignorando a uno de los más importantes contendientes, la nación cubana, iniciándose así, una era en que los Estados Unidos negoció con otros estados cuestiones relativas a Cuba sin al menos oír el parecer del país caribeño.
La soberanía española no quería otra salida que la entrega de Cuba a los Estados Unidos y así lo expresó el duque de Almodóvar del Río, ministro de estado español, en nota de 28 de julio de 1898 al embajador de España en París para ser entregada al ministro francés con el propósito de su traslado a Cambon, representante de Francia en Washington, al señalar:
“Se halla España dispuesta a aceptar la solución que plazca a los Estados Unidos independencia absoluta, independencia bajo el protectorado o anexión a la República Norteamericana; prefiriendo la anexión definitiva porque mejor garantiza la seguridad de vidas y haciendas de los españoles”.
En fin, que con mala entraña y alevosía, la llamada “madre patria”, prefirió entregarnos, regalarnos al poderoso Tío Sam, el mismo que la había pateado y humillado, antes que admitir nuestro derecho a la independencia, la que habíamos conquistado en 30 años de combate a sangre y fuego.
Y aun quieren que nos olvidemos del genocidio cometido con los aborígenes cubanos, la cruel y despiadada esclavitud a la que se sometió a miles de seres humanos, las matanzas de mujeres y niños acusados de colaborar con los mambises, la criminal concentración de miles de familias que morían de hambre en los pueblos, el criminal y bárbaro fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina.
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