Una excepcional técnica en la interpretación y la pedagogía de la guitarra legó a la cultura cubana el maestro Isaac Nicola Romero, quien naciera un día como hoy (11 de abril), pero del año 1916, hace exactamente un siglo.
En conmemoración a esta fecha habrá un significativo apartado en el XIV Festival y Concurso Internacional de Guitarra de La Habana del 17 al 24 de abril, evento organizado bianualmente y en el que se entregará un lauro con el nombre del maestro al concursante cubano mejor clasificado.
Su formación en la guitarra se inició en 1931 con Clara Romero de Nicola, con la que se graduó de profesor del instrumento en 1934 en el Conservatorio Laura Rayneri, patrocinado por Pro-Arte Musical.
Entre 1934 y 1937 fue discípulo de armonía e historia analítica de la música, en el Conservatorio Bach, de María Muñoz de Quevedo. En 1939 viajó a París con el objetivo de estudiar con el guitarrista, investigador y pedagogo Emilio Pujol, alumno de Francisco Tárrega y armonía con Jion Gallon.
Con Pujol, Nicola estudió a los vihuelistas del siglo XVI: Luis de Milán, Luis de Narváez y otros. Estos estudios los completó en la biblioteca de El Escorial, donde profundizó sobre la historia de la guitarra.
También frecuentó el Cercle Tárrega, presidido por su profesor, en el cual se reunían los amigos de la guitarra, a la vez que ofreció conciertos en esa institución cultural y en la Asociación Daniel Fantra de esa ciudad
En 1939 se trasladó a Biarritz y más tarde se estableció en San Juan de Luz, donde permaneció hasta 1940, momento en que se trasladó a España donde conoció a Regino Sáinz de la Maza, quien por entonces prepara, para su estreno -al que Nicola asistió- en Barcelona, el Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, a quien Nicola había conocido en París cuando concluía la obra.
De Nicola expresó con admiración su maestro Emilio Pujol: "Isaac siente profunda y noblemente el arte. Probablemente lleva esta cualidad en su alma desde antes de nacer. Su espíritu de artista se refleja en sus gustos, sus pensamientos y sus actos; quisiera, sin embargo, que su reflexión equilibrada y su serenidad de espíritu, no impidan la expansión de un temperamento fuerte, sensible y dúctil a la vez (…) Es una gran satisfacción para mí encontrar en su colaboración inteligente, el espíritu culto y profundo que inútilmente hubiera buscado entre los ejecutantes generalmente frívolos o ambiciosos de triunfos fáciles y provechosos”.
En 1940 regresó a La Habana, y más tarde viajó a Nueva York, ciudad en la que continuó sus relaciones con el guitarrista cubano José Rey de la Torre, residente por entonces en aquella ciudad.
Con De la Torre ofreció en 1941, en La Habana, un concierto, del cual expresó Nena Benítez: “Isaac Nicola es un artista de fino y depurado estilo; estudioso, concienzudo, y muy cuidadoso además de la obra a interpretar; va ya en camino de esa perfecta madurez, que el artista que ha llegado ya, lleva en sí.”
En 1942 comenzó a impartir clases, en sustitución de Clara Romero de Nicola, en Pro-Arte Musical. Seis años más tarde ingresó como profesor auxiliar en el Conservatorio Municipal de La Habana, y en 1951 funge como profesor titular y ofrece algunos conciertos.
En 1957 se presenta por última vez en público como concertista, ocasión en que estrena Danza característica, de su alumno Leo Brouwer. Desde entonces se dedica por entero a la enseñanza y entre 1960 y 1966 dirigió el plantel del Conservatorio Municipal de La Habana. De 1963 hasta 1976, fue profesor de la Escuela Nacional de Música (Cubanacan), en este último año, pasa al Instituto Superior de Arte, en el cual se retira en 1979.
La constitución en 1982 del Concurso y Festival Internacional de Guitarra de La Habana encontró a Isaac Nicola entre sus fundadores, del que fue, además, miembro del jurado.
Como maestro, Nicola considera que la guitarra es “posiblemente el instrumento más difícil que existe para llegar a dominarlo y hacer música en serio (...). En la guitarra no hay nada hecho, el instrumento no puede dar menos de sí; están la caja y las cuerdas, todo lo demás va por el intérprete. Es muy fácil equivocarse; las manos realizan distintas funciones, y lo primero por definir es el dilema de la mano derecha, si va a tocar con uñas o sin ellas; ya en el timbre se refleja mucho la personalidad del ejecutante. Hay que trabajar muy duro para encontrar el mejor timbre y el mejor sonido del instrumento. El volumen es una tragedia en la guitarra (...). Y pienso que es el instrumento en donde el intérprete tiene que hacer más el sonido”.
Nicola muere en La Habana el 14 de julio de 1997, después de haberse ganado un puesto en el sitial de honor de los grandes de la música cubana de todos los tiempos y haber entregado un rico caudal a la tradición de la enseñanza de ese instrumento de cuerda, al que dedicó más de 50 años de su fructífera vida. Este maestro de maestros es considerado y reconocido a un siglo de su nacimiento como uno de los padres de la Escuela Cubana de Guitarra.