
Cuentan que hace algún tiempo el ucumar volvió. Dicen que lo vieron en los cerros argentinos, por El Crestón, a unos 40 kilómetros al oeste de San José de Metán, departamento de Metán, en la provincia de Salta. Como en la leyenda, el aparecido mostraba forma humanoide, con dientes inmensos y afilados.
Según las voces que han mantenido a este personaje vivo en el imaginario popular, se trata de un hombre salvaje, feo… con manos y pies muy grandes… cuerpo cubierto de pelo, barba larga, frente estrecha.
En lenguaje quechua y aymará, ucumar significa oso y de este significado parte la mayoría de las interpretaciones sobre el ser legendario. Las historias sobre él prevalecen sobre todo en América del sur: Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Colombia.
Según el escritor, historiador y poeta, Carlos Jesús Maita, el ucumar “es un hijo no deseado producto de la relación entre una sirvienta de campo y el patrón de estancia. A poco de nacido el párvulo fue abandonado en el monte donde le creció el pelo y sobrevivió gracias a la ayuda de Lucifer. De cuando en cuando regresa a la estancia del padre para alimentarse del maíz y robar animales cuya carne come cruda, desgarrándola con sus garras. A veces roba una mujer para satisfacer sus bajos instintos”.
Sobre esta faceta violenta que se le atribuye, se comenta que ataca y mata sin piedad. Por eso es que aparece a altas horas de la noche, para sorprender a sus víctimas. Incluso, se cuenta que arremete fundamentalmente contra niños y mujeres. A estas las captura para obligarlas a convivir con él y que le den hijos.
Según la leyenda, vive en cuevas en el fondo de las quebradas y le gusta andar por los ríos, sobre todo, para bañarse en ellos. Hay quien asegura que además de su fortaleza, lo caracteriza la agilidad, hasta el punto de poder subirse a los árboles.
Según el propio Maita, muchos estudiosos de estos temas coinciden en plantear que el ucumar surgió a partir del oso de anteojos o ukumari (Tremarctos ornatus) de las selvas de yungas del Chaco, que existe en el Parque Nacional Baritú, en la provincia de Salta, Argentina, y en sus alrededores.
“El ukumari es la única especie de oso registrada en el subcontinente, y casi no quedan ejemplares en el mundo (en el Perú hay cerca de 3000), razón por la cual está protegido por la ley, su caza está totalmente prohibida”, explica Maita.

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