José Antonio Méndez y el filin de todos los tiempos

Concluía la década de 1940 y el escenario musical cubano era testigo del nacimiento del filin. Con antecedentes en la trova y el bolero, el género cambió la forma en la cual los músicos componían e interpretaban las canciones.
Si bien tuvo una amplia representación de actores, la escasa formación musical y la humilde procedencia de sus exponentes determinaron la identidad y el alcance de la nueva propuesta de música romántica.
José Antonio Méndez fue uno de los fundadores de ese movimiento. En la actualidad sus temas continúan demostrando el alcance y la calidad de un género frente al paso del tiempo. Canciones como La gloria eres tú, Novia mía y Ese sentimiento que se llama amor son imperecederas. Entender al ser humano tras ellas ayuda a entender el por qué.
“Suelen decir que era ronco, pero nadie cantó más dulce que José Antonio Méndez”, comenta la guitarrista Marta Valdés. Y es verdad. El ronco maravilloso articulaba sus composiciones con tono claro y afinación exquisita.
Nacido el 21 de junio de 1927, en el reparto habanero de Los Pinos, la infancia de José Antonio estuvo permeada por el esfuerzo y el sacrificio de sus padres. Logró cursar estudios preuniversitarios y se dedicó a hacer presentaciones como pasatiempo.
En su hogar estuvieron figuras como Manuel Corona, Rosendo Ruiz y Sindo Garay. La música corría por sus venas y, con tan solo 13 años, ganó un primer premio en La Corte Suprema del Arte.
Hacia 1946 compuso Por mi ceguedad y Novia mía, y al año siguiente escribe La gloria eres tú, un éxito inmediato popularizado por la cantante mexicana Toña La Negra y Pedro Infante.
Por entonces, su trayectoria profesional continuaría en ascenso y la emisora Mil Diez fue sede de la mayoría de sus proyectos. Estuvo en el trío Xochimilco, y en el grupo Loquibambia, en el cual concurrieron figuras de la talla de Omara Portuondo, Alberto Menéndez y Jorge Mazón.
También destacó su papel frente a la editorial Musicabana, un empeño convocado por el líder sindical Lázaro Peña en el cual se involucró como parte de la lucha por los derechos de autor y la reivindicación de autores, intérpretes y arreglistas cubanos frente a la hegemonía de los monopolios comerciales estadounidenses.
Hacia 1949 sale de Cuba y se establece en México con motivo de una invitación del cantante santiaguero Pepe Reyes. En tierra azteca su obra era elogiada y tenía precedentes destacados. Ello le permitió laborar junto a personalidades de la talla de Agustín Lara, Lucho Gatica, Vicente Garrido y Gonzalo Curiel. De forma paralela, varias agrupaciones y autores incluyen sus canciones en los repertorios y colabora con Benny Moré, Dámaso Pérez Prado y Ninón Sevilla.
Entre 1955 y 1956 pudo grabar las primeras canciones de piezas originales suyas junto a otras de autores como César Portillo de la Luz, y en 1957 ve la luz otro testimonio del éxito obtenido en aquellos momentos: José Antonio Méndez canta solo para enamorados, su primer disco.
Tras el 1 de enero de 1959 regresó a Cuba y compone la pieza Me faltabas tú. En su honor se forma el Club Cubano del Jazz, y en 1967 es nombrado presidente de la Sociedad Cubana de Autores Musicales.
Atemperadas al filin como poesía construida en el arte de plasmar lo imperecedero de forma constante mas no trillada, las composiciones de José Antonio transitan sin esfuerzo por todas las épocas.
De acuerdo con el compositor y guitarrista cubano Rosendo Ruiz Suárez, la canción en el filin se expresa, más que cantarse, y se llena de imágenes, intimidad y poesía. Según refiere, en las canciones de Méndez predominaba la forma y la fluidez melódica, el empleo correcto de las secuencias armónicas, la coherencia del texto y su correspondencia exacta con los acentos melódicos.
Quería que el público pudiera entender su música de forma directa y sin complicaciones. Ese empeño, sin embargo, nunca supuso una renuncia a la belleza en la forma ni a la intensidad de las emociones.