La Hora Azul, réquiem por Servando Cabrera Moreno
“He tenido suerte: Desde que tenía diez años sabía que quería ser una sola cosa: pintor». Así afirmó Servando Cabrera Moreno, cuyo centenario se conmemora este 2023 y que ha ido acompañado de un extenso programa para rendir tributo a su vida y obra.
De ello se ha encargado también el documental La Hora Azul, del realizador cubano Claudio Peláez Sordo, estrenado recientemente, a sala llena, en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana para completar los festejos por el siglo de existencia de uno de los nombres imprescindibles en la plástica de la nación de las Antillas.
En el audiovisual afloran los primeros años de vida de Servando, quien desde temprana edad mostró su inclinación hacia la pintura.
Se habla de sus comienzos en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, de la cual fue uno de sus alumnos más sobresalientes en técnicas como el dibujo, exaltadas por profesores de la talla de Leopoldo Romañach.
La Hora Azul cuenta sobre las primeras exposiciones de Cabrera Moreno que llegaron a instituciones prestigiosas del momento como el Lyceum de La Habana.
Al decir de Roberto Cobas, curador de arte y uno de los rostros que figuran en el documental, Servando es un caso singular en las artes visuales de la nación caribeña, pues transitó por diferentes estilos a los cuales les imprimió su huella personal, por lo que no es posible encasillarlo en generaciones o escuelas.
Transitó en esa gran pasarela que es el arte por el dibujo, el impresionismo, el retrato y el arte abstracto e incorporó colores, formas y temáticas como las parejas de amantes, los desnudos y los guajiros, capacidades que aun deslumbran a galeristas y coleccionistas alrededor del mundo,
De esa manera, resultan sabias las palabras de la doctora Graziella Pogolotti, otra de las entrevistadas, quien definió a Servando como «un paseante solitario» al que no se le pueden añadir etiquetas en los movimientos pictóricos de la época, sino que le impregnó a su pintura el sentir particular de su mente y su corazón.
Se evoca un período importante en la trayectoria pictórica de este artista: el período épico, en el que salieron a la luz piezas como Milicianos y Rebeldes en la Sierra, ambas de 1961, por solo mencionar algunas que aludían al símbolo que representaba entonces la naciente Revolución cubana de 1959.
De este momento, el propio Servando expresó: «Sus hechos y personajes ocupan la temática de mi obra en su totalidad; así aparecen junto a los bombardeos de Santa Clara y La Coubre, las figuras de los héroes, jinetes rebeldes, milicianos, milicianas, campesinos, obreros, Playa Girón, el asesinato del brigadista, y vigentes entre todos, nuestros gloriosos barbudos».
El documental habla también de las dotes pedagógicas de Servando Cabrera, reflejada en los testimonios de sus pupilos Tomás Sánchez, reconocido pintor y el escultor José Villa Soberón, Premio Nacional de Artes Plásticas 2008, que narran cuán importante fue su formación al lado del autor de Homenaje a la soledad (1970).
Resaltan también las opiniones de Roberto Fabelo, pintor y Premio Nacional de Artes Plásticas, quien no fue directamente su discípulo, pero conoció de las magistrales maneras de enseñar, como lo hizo Salvador Fernández, quien reconoce que se volvió diseñador escénico gracias al acompañamiento de Servando.
En La Hora Azul otros testimonios como el de Reynaldo González, novelista, ensayista y Premio Nacional de Literatura, y de Natalia Bolívar, escritora y etnóloga, demuestran que los momentos más difíciles en la vida artística de Cabrera Moreno solo lo fortalecieron para volcar sus energías en la creación de los lienzos que hasta la actualidad se conservan.
Fue la etapa en que se le reconoció con la mención en el VIII Premio Internacional de Dibujo Joan Miró por su obra Flor de carne (1969) y se convirtió en el primer cubano laureado en ese certamen.
Dio vida a hermosos cuadros que hoy son referentes de una pintura erótica – a partir de 1964- en el que los cuerpos y las siluetas humanas lo dicen todo, y en las que no hacen falta rostros para saber que allí se habla de deseos, pasión y de lo que en esencia es hacer el amor.
Sobre ese momento de la trayectoria artística de Cabrera Moreno anotó Gerardo Mosquera, crítico de arte, que es «un gran canto polifónico al cuerpo humano».
Las imágenes de archivo tomadas por prestigiosos fotógrafos como Julio Larramendi y las de los álbumes personales de Servando, junto a recortes de prensa y catálogos de sus muestras. Se acompañan de la música original de Dayron Ortiz, la cual es un personaje más en esta historia de 55 minutos llamada La Hora Azul.
Tristezas y alegrías acompañan las melodías, su pasión incesante por crear y por el coleccionismo y su amor por ciudades como Sevilla, a la que siempre volvía físicamente y en sus cuadros.
No quedan dudas entonces de que Servando Cabrera Moreno es uno de los pintores más importantes de la plástica cubana de todos los tiempos, como tampoco se discute que fue un hombre que amó la vida por encima de todo y de todos.
El autor de Martianos (1974) dijo en una ocasión: «No tengo planes futuros, solo uno y siempre: pintar más y mejor (…)».
Servando cumplió sus deseos con creces hasta donde le alcanzaron las fuerzas de su débil corazón marcado por dos infartos, uno de ellos le arrebató la vida el 30 de septiembre de 1981.
Pero su obra se alza en galerías y museos, haciéndole una oda a lo humano y lo divino.
Fuente: Agencia Cubana de Noticias