La tarde del día 19 de abril de 1961, los heroicos combatientes revolucionarios infligieron al imperialismo la primera gran derrota en América Latina.
Autor: Ana Rosa Perdomo Sangermés
El hombre de la brillante arenga en la Convención de Tristán fue, como la mayoría de los jefes revolucionarios de 1868, un criollo de posición desahogada y, como algunos de ellos, un prestigioso intelectual.
A solo cinco meses del triunfo revolucionario, en junio de 1959, Fidel Castro anunció la designación del doctor Raúl Roa García como ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, reconociendo que había encontrado en él un intérprete idóneo de sus concepciones sobre la diplomacia revolucionaria.
El antecedente histórico más inmediato de la formación del Partido Comunista de Cuba se encuentra en el amplio proceso unificador que tuvo lugar en 1961, con la formación de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI)
El discurso del máximo líder de la Revolución en aquella hora de pesar, constituyó un adelanto del camino futuro de la Revolución, con la anuencia de miles de hombres y mujeres vestidos de azul y verde olivo que, enardecidos, levantaron sus fusiles como confirmación del apoyo al rumbo socialista escogido.
Aquel fue, sin dudas, un azaroso viaje para el General en Jefe Máximo Gómez, José Martí, Delegado del Partido Revolucionario Cubano, y otros tres revolucionarios, quienes llegaban a la patria cubana para incorporarse a la guerra iniciada el 24 de febrero de 1895.
El 10 de abril, de 1869 y el de 1892, se deben recordar como unas de las joyas de la historia patria.
Muy cubano y rebelde era aquel vigoroso criollo nombrado José Antonio Aponte y Ulabarra, negro libre además, que fue ahorcado el 9 de abril de 1812 junto a unos colaboradores, por dirigir la primera conspiración de carácter nacional que registra la historia de Cuba.