Rita Montaner: Un año más en la eternidad

Rita Aurelia Fulceda Montaner y Facenda nació el 20 de agosto de 1900. “La Única”, sobrenombre con el cual pasaría a la posteridad, es considerada una de las artistas cubanas más importantes del siglo XX. El encanto, excelencia y parsimonia estilística de sus interpretaciones llegaron a los más diversos espacios y medios.
Desde temprana edad estudió piano. En 1910 ingresó al Conservatorio de Música y Declamación de La Habana Eduardo Peyrellade, mas su formación estuvo complementada por las clases de afamados maestros como el italiano Alberto Bimbani. Sobre la solidez de su técnica dejó constancia Ernesto Lecuona, quien la calificó como una pianista de línea.

Sin embargo, ese instrumento musical quedó relegado por otra prioridad: el canto. Con de un ritmo fenomenal y una personalidad arrolladora, Montaner demostró sus dotes artísticos en los más variados escenarios. El dominio técnico y la sólida formación musical le permitieron añadir un toque personal a los trabajos.
“Yo pudiera asegurar que más de un compositor le debe a la interpretación de Rita Montaner el posterior respeto inspirado (…) los propios autores respetaban aquella creación que ella hacía sobre la propia creación que era la obra”, declaró Gonzalo Roig.
“La Única”, encabezó las mejores obras de zarzuelas en Cuba. Cecilia Valdés (del propio Roig), El cafetal (Ernesto Lecuona), El manisero (Moisés Simons) y ¡Ay, Mamá Inés! (Eliseo Grenet) agrupan la gracia y el talento necesarios para desterrar lo insulso en cada función.
“De todas las cantantes cubanas que hicieron la mulata en los teatros, ninguna tuvo las cualidades histriónicas ni artísticas de Rita, ni la potencia en su voz que ella desempeñaba en su papel. Rita era un fenómeno, como Benny”, declaró en su tiempo el compositor Gilberto Valdés.
En el dorso de sus presentaciones el humor y la cercanía marcaron una pauta. Tal como expresó Fina García-Marruz: “(…) tenía la voz mejor toda en la risa, risa que no era ya, como en tanta otra seguidora de más y menos tierra, volcán del cuerpo que echara afuera, a sacudidas rotas, las entrañas vaciadas, sino risa que se atrevía a ir más allá de la sonrisa, sabiduría del alma, sólo para hacerla participar de los goces de lo inmediato y calentarlo con su sol humano (…)”.
Declarada como reina de la radio en 1935, la soprano cubana también destacó en ese medio, en el teatro, la televisión y el cine; en este último participó con 14 largometrajes, en la mayoría de los cuales interpretó roles protagónicos.
Su vanguardia y creatividad también dialogaron con la realidad social. La Chismosa, uno de sus personajes, fue un referente con comentarios y anécdotas sobre los políticos de turno.

Guaracha, rumba, bolero, pregones, romanzas y otros géneros complementaron la versatilidad interpretativa de una artista que desafiaba las convenciones con inusitada sencillez y originalidad: “(…) abarcó toda una serie de géneros muy difíciles y variados, porque hizo desde la Cecilia Valdés hasta La médium. De ahí su genialidad”, declaró Rodrigo Pratts.
En el homenaje celebrado en 1942 en su honor, Nicolás Guillén afirmó: “Rita de Cuba, Rita la Única… No hay tan adecuado modo de llamarla, si ello se quiere hacer con justicia. De Cuba, porque su arte expresa hasta el hondón humano lo verdaderamente nuestro; la Única, pues sólo ella, y nadie más, ha hecho del solar habanero, de la calle cubana, una categoría universal.
“Cuando se tiene la fuerza creadora de Rita, cuando se canta como ella ha cantado, cuando se está en posesión de un arte tan personal y definido, se pertenece ya a la historia -y hasta a la geografía- del suelo en que se nació”.
Los defectos también nos revelan una figura humana en todo su esplendor. Reclamar una travesía perfecta ante el paso de la vida es un contrasentido y Montaner coleccionó caprichos, obsesiones y pleitos, tal vez originados en ese temperamento de todos los demonios al cual se refería Gilberto Valdés.
“Confieso profesar hacia ella un fervor, una simpatía que rara vez he visto repetidos en mis contemporáneos (…) Lo han dicho incluso sus admiradores: el tiempo no ha sido noble con cierta parte de esa leyenda imborrable”, comentó el poeta Norge Espinosa.

Reconocer las manchas del sol de Rita no opaca su luz: nos ayuda a entender las causas de su fulgor e intensidad. Un talento sin parangón encontró en su figura el gozo de una virtud desprejuiciada que desbordó la realidad como pocas.
Desterremos, entonces, las reducciones simplistas de los estereotipos al recordar a quien, inspirándonos todavía, cumple hoy un año más en la eternidad.