Graziella Pogolotti y la adopción de Cuba

Graziella Pogolotti y la adopción de Cuba
Foto: Granma

Graziella Pogolotti es un estandarte de la intelectualidad en su ejercicio más básico y tal vez por ello más desobedecido: el pensamiento crítico desde un el compromiso y el posicionamiento, la defensa del mismo y la fundamentación de su análisis desde los entrelaces de esas ideas con las prácticas y su dialéctica intrínseca.

Intelectual profunda y versátil, como la calificara Marta Rojas, siempre sorprende con un criterio excepcional: “Está acostumbrada a verlo todo, preguntando a los que tienen el privilegio de ver la luz. Y sabe escuchar en silencio a los demás. Hace muchos años que cuenta con lectores, y está al día de lo que ocurre en el mundo y de los hechos culturales significativos, comenzando por las corrientes literarias. La curiosidad es uno de los avales indiscutibles de Graziella Pogolotti, el abono de sus conocimientos. Y por eso siempre sabe lo nuevo”.

En su vida se vertebran diferentes ocupaciones. En el amplio catálogo que las integran están labores como crítica de arte, ensayista, investigadora, profesora y filósofa, todas entregadas por una dedicación singular, espejo de pasiones y acompasada con las épocas, cual paso urgente por lo más esencial y perentorio. En ese lapso quedan experiencias como las relacionadas con la promoción de las artes plásticas en Cuba y en la promoción del teatro en el Escambray.

Sobre este último destaca la periodista Elina Miranda Cancela, lo cual se suma a otros desarrollos en la obra de la intelectual nacida en Francia:

“El lúcido razonamiento, el ponderado consejo, el argumento definitorio, la honestidad intelectual, el compromiso leal asumido hasta sus últimas consecuencias, la sólida y amplia base cultural, su tesón y disciplina al asumir las tareas, su voluntad y firmeza, su gran calidad humana, son rasgos que se agolpan en el recuerdo de antiguos alumnos y compañeros de labor (…) Sólo la clara comprensión, el consejo oportuno y la capacidad mayéutica1 de la doctora Pogolotti nos sacaba del atolladero y nos educaba en el ejercicio del criterio, la apertura intelectual y la sensibilidad social”.

Miembro de la Academia Cubana de la Lengua y vicepresidenta de la Uneac, Pogolotti recibió el Premio Nacional de la Enseñanza Artística y el Premio Nacional de Litearatura (2005), además de la Orden José Martí y el Premio a la Dignidad, entre otros reconocimientos.

El fomento de la educación y la cultura en la construcción de un proyecto nacional también forman parte de su producción investigativa, lo cual ha quedado manifiesto en muchos de sus escritos. Así lo reflejó en Para hacer un país.

“Un país se va haciendo con la participación de muchas manos. Gran parte de ellas permanece en el anonimato. Son las de quienes trabajan la tierra y cortan caña, crecidos en su empeño ante los desafíos impuestos por una naturaleza sujeta a las conmociones del tiempo y del cambio climático. Son las de quienes abren caminos y edifican casas, las de quienes atienden la salud de todos, las de quienes transmiten conocimientos a las nuevas generaciones, las de quienes abren compuertas a los nuevos saberes para responder a las demandas de la práctica cotidiana. Son, en suma, las de quienes se dedican a solventar las exigencias de la vida material en beneficio propio y de los demás.

“Aunque no tengamos plena conciencia de ello, ese obrar en el presente va acompañado de la conformación de un imaginario hecho de vivencias personales enhebradas con una memoria colectiva preservada en los libros, la educación y los medios de comunicación masiva, pero también en la experiencia viva de las generaciones que comparten cada etapa histórica”.

Para Abel Prieto, presidente de Casa de las Américas, Graziella: “Es igualmente una educadora de enorme prestigio, ajena a toda retórica, a toda rigidez esquemática, siempre cómplice, siempre cercana a sus estudiantes, a los jóvenes, algo que ha sido una obsesión para ella: la comunicación fluida y permanente con los jóvenes. Graziella se destaca también por ser una articulista única, hondísima, de lenguaje sencillo y accesible, capaz de sorprendernos cada domingo con nuevas verdades inesperadas sobre hechos, temas y personajes históricos que creíamos conocer a fondo”.

Una existencia más que contrastada como la suya no tiene objeciones internas en su espíritu. Nacidas al calor de la fragua con una historia construida desde las trincheras del pensamiento y la difusión de una cultura y una forma de pensar liberadoras, Pogolotti arriba a un año más de existencia consciente del valor del trabajo enarbolado desde su utilidad:

“Creo que, en toda batalla de la vida, aun en aquellas más exitosas, siempre quedan cicatrices. Toda batalla deja pérdidas y también deja ganancias, conquistas, acercamientos, nuevas maneras de ver las cosas. Las cicatrices hermosas que yo conservo son todas aquellas que surgieron de ese batallar concreto en el cual me fui involucrando a través de la vida”.

Lázaro Hernández Rey