José Ardévol y la promoción musical en Cuba

“Estimo que José Ardévol es el mejor maestro que haya podido hallar la actual generación de compositores cubanos”. Así lo describía en 1944 Alejo Carpentier, quien, años más tarde refiriéndose a él, apuntaba que: “La presencia y la obra de Ardévol ha hecho dar a la música cubana un formidable paso adelante. Es evidente que en Cuba se observa hoy uno de los movimientos musicales más vivientes y mejor orientados de América Latina”.
Para el investigador Leonardo Depestre Cantony, el quehacer del director español se resume en sus facetas como como compositor, pianista y pedagogo. A los diecinueve años estudió orquestación con Herman Scherchen en Alemania. Hacia 1930 se mudó a Cuba, donde estudió historia y estética entre 1936 y 1941 en el Conservatorio de La Habana y composición en las universidades de La Habana (1945-1950) y Oriente (1949-1951).
Tras su arribo a Cuba en 1930 se incorpora a la escena musical de La Habana, se relaciona con Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla y hacia 1931 impartió conferencias, conciertos e inaugura su faceta de compositor.
“En 1938 se casa con la cubana María Isabel López Rovirosa y ese mismo año gana la cátedra de Historia de la Música y Estética, del Conservatorio Municipal de La Habana. Durante los cursos de 1937-1938, en que Amadeo Roldán enfermó gravemente hasta su muerte en 1939, Ardévol asumió las asignaturas de su cátedra de Armonía y Contrapunto, y llegó a tener doce cursos al mismo tiempo. A partir del curso 1941-1942, durante todas las mañanas domingueras daba una clase abierta de Audiciones Musicales. Y seguía siendo director de la Orquesta de Cámara habanera, con conciertos mensuales. Todavía le quedó tiempo para seguir componiendo en ese período”, apunta el investigador Cristóbal Díaz-Ayala.
En 1934 creó la Orquesta de Cámara de La Habana, la cual dirigió hasta 1952 y asistió en la fundación del Grupo de Renovación Musical en 1942, el cual condujo y representó.
“A comienzos de la década de los cuarenta, en el siglo pasado, una nueva generación de jóvenes compositores afloraba, en medio de la amenazante dispersión, y necesitaba visualizar el rumbo, afilar las herramientas, aclarar conceptos, aunar voluntades. Es entonces cuando, en 1942, José Ardévol decide convocar alrededor de su magisterio a algunos de esos talentos y crea el Grupo Renovación Musical. A estas alturas de la Historia el resultado que se desprendió de aquella acción se revela como el dato más contundente de lo que esta iniciativa significó cuando citamos los nombres de aquellos jóvenes talentos cuyas posibilidades futuras el maestro avizoró”, refiere la compositora y guitarrista Marta Valdés.
Desde 1959 dirigió el Comité Nacional de Música. En ese año 1959 fue designado como director de las orquestas radiales del Ministerio de Educación y luego fue como director nacional de música. También fungió como editor de la revista Revolución y maestro en el Conservatorio de La Habana en 1965 y de la Escuela Nacional de Música (1968). “El triunfo de la Revolución puso en manos de José Ardévol la alta responsabilidad de configurar, conjuntamente con un selecto grupo de colegas, el sistema de enseñanza musical que aún después de medio siglo, luego de altas y bajas, enriquecimientos y modificaciones, permanece en pie”, añade Valdés.
“(…) trabaja en la radioemisora dedicada a la música, la CMZ Revolucionaria, por poco tiempo, pues pasa a dirigir la sección de Música y Danza de la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de Educación, pero sigue impartiendo la cátedra de Composición en el Conservatorio Amadeo Roldán, y escribe como crítico para los diarios Revolución y La Calle. En 1968 fue designado como responsable técnico de la enseñanza musical en la Escuela Nacional de Arte, y asumió también las cátedras de Composición y Orquestación en dicho centro. En 1976, al ser creado el Instituto Superior de Arte en La Habana, fue nombrado decano de la Facultad de Música”, expone Cristóbal Díaz-Ayala.
Para muchos expertos sus primeros trabajos reflejan influencias neoclásicas con el nacionalismo, mientras que ya en la década de 1940 las producciones estuvieron dirigidos hacia la atonalidad, bajo la influencia de autores como el compositor Anton von Webern.
Entre sus trabajos más sobresalientes están las Suites cubanas, Tres Ricercari y Música de Cámara, además de varios conciertos y trabajos orquestales, y otras producciones para la música de cámara y para voces.
Obtuvo seis veces el Premio Nacional de Música y su obra Música para pequeña orquesta fue estrenada en el Primer Musical Interamericano en Washington, en 1958.
Harold Gramatges, uno de sus más reconocidos alumnos, refiriéndose a él comentó que: “Un músico como Ardévol, siempre fiel, en el momento de realizar, a lo más hondo de la concepción de cada obra, no podía anticipar caprichosamente, por acto de inteligencia (lo digo pensando en su gran dominio y en su fuerza imaginativa al construir), la cubanización de su música. Solo un proceso natural de integración, tanto en el orden artístico como en el humano, le podía conducir a expresarse en el grado de concreción cubana con que lo hace en el presente”.
Para el investigador José Luis Angul, representa para la música cubana del pasado siglo un elemento vertebrador de ideas y sensibilidades estéticas diversas, insertado en un estatus simbólico distintivo para varias generaciones de compositores cubanos. “El papel que jugó Ardévol en estos acontecimientos lo sitúa como una figura relevante en la expansión de la música contemporánea en Cuba y, junto con los compositores Amadeo Roldán (1900-1939) y Alejandro García Caturla (1906-1940), integra las bases que sustentaron la creación musical en la isla durante la primera mitad del siglo XX”.