Nombres significativos del cine en Cuba que han brindado su talento y magisterio al Icaic

Lo que no se cuenta o no se visibiliza, no existe. Es significativo la trascendencia del verbo contar. A propósito del aniversario 66 del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, (Icaic) fundado el 24 de marzo de 1959, pensaremos en la verdadera autentificación del arte de la primera institución cultural creada por la Revolución en Cuba.
Disímiles temáticas, lenguajes, aportes de conceptualizaciones significativas validan la relevancia del Icaic y de quienes han hecho y hacen el cine cubano.
Tanto la institución como sus artistas, técnicos y trabajadores luchan contra la desmemoria. Este es, quizás, uno de sus rasgos emblemáticos, imprescindibles; pues implica el alma y la conciencia plenas.
Nombres y obras de artistas relevantes dan fe de puestas cinematográficas que en el siglo XXI dialogan activamente con los públicos.
Es emblemática la figura de Tomás Gutiérrez Alea, Titón. Estimuló el permanente ejercicio investigativo sobre problemáticas de incidencia en el desarrollo ético y humanístico en Cuba. Al elegir “su” manera de contar las historias, el humor lideró en largometrajes devenidos clásicos del cine nacional. Las doce sillas (1962), La muerte de un burócrata (1966), Los sobrevivientes (1978) y Guantanamera (1995). Su cine agudo estimula el pensamiento del espectador reflexivo.
Las dimensiones filosófica y conceptual del arte propician avanzar hacia el conocimiento de temas, conflictos y circunstancias plasmados en la pantalla grande.
Así lo asumió el primer actor Patricio Wood en el documental Esa es la vida Octavio. Se trata de su homenaje a uno de los nombres imprescindibles del cine cubano, Octavio Cortázar.
El realizador revela el surgimiento de una vocación y el desarrollo profesional logrado durante seis decenios por Octavio Cortázar, director de El brigadista, filme clásico de 1977 inspirado en la Campaña de Alfabetización.
Al analizar la dramaturgia de la puesta emergen actos intuitivos, estilos y compromisos asentados en las ideas y el pensamiento del cineasta Octavio Cortázar.
El mismo contó ideas surgidas en el momento irrepetible de la creación enriquecido por el oficio y los saberes acumulados; sin ellos no habría podido dar riendas sueltas a las emociones.
Le permitieron al maestro Octavio Cortázar interpretar estados de conciencia en un devenir marcado por el afán de conocer al otro ser humano. Él es parte de la historia del cine en Cuba. Compartió la honestidad intelectual, lo bello, lo particular, el di-sentimiento, los desamores. Su quehacer nutre la historia del Icaic. Forma parte del conocimiento sobre la cubanidad, y de las historias de hombres y mujeres en lucha por crear desde el amplio concepto cultural; pues trasciende a la vida cotidiana con visión integradora del ser y el acontecer.