Emilio Roig y la reivindicación de la historia de Cuba

El lunes 1 de julio de 1935 Emilio Roig de Leuchsenring fue nombrado como Historiador de La Habana. “Al momento de su nombramiento (…) el Dr. Roig era un hombre maduro que estaba próximo a cumplir 46 años (había nacido el 23 de agosto de 1889 en la calle Acosta no. 40, en el habanero barrio de Belén) y era ya una personalidad reconocida en el ámbito de las letras, el derecho y la historiografía cubana, al tiempo que gozaba de un enorme prestigio entre sus contemporáneos, por sus verticales posturas políticas nacionalistas y antimperialistas”, afirmó el Dr. C. Félix Julio Alfonso López.
“Fue un hombre que respetó muchísimo la historia como ciencia, salvó, quería salvar todo cuanto fuese salvable del pasado, de ahí sus trabajos sobre Heredia, sobre la Avellaneda, sobre Narciso López, sobre todos los grandes acontecimientos y aún sobre los detalles más complejos de la historia (…)”, expresó Eusebio Leal, quien lo sucedería como historiador de la ciudad.
Su trabajo, asentado no solo por sus esfuerzos para el rescate de la historia nacional, sino también por la preservación del patrimonio arraigado en ella, denotaron una entrega que contrastó con gran parte del ambiente intelectual de su tiempo.
Con los pies en la tierra y el corazón en Cuba, Roig trabajó para salvaguardar la Iglesia de Paula y las canteras de San Lázaro y se opuso a la destrucción del Convento de Santo Domingo. En 1938 creó la Oficina del Historiador, y luego la Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros, la Junta Nacional de Arqueología, el Museo de la Ciudad de La Habana y la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales. Esa institución fue la responsable de organizar en 1942 el Primer Congreso Nacional de Historia, que se celebraría en varias ciudades del país hasta 1960. Al respecto señala el Dr. Félix Julio que:
“El prestigio de Roig, su enorme capacidad de trabajo y su vocación unitaria de voluntades diversas permitieron que se reunieran en estos congresos lo más valioso del pensamiento y la producción historiográfica cubana, latinoamericana y de otros países en aquellos años, sin que mediaran discriminaciones por motivos ideológicos, religiosos, asociativos o de otra índole. La Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, además, era una corporación privada y no gubernamental, lo que la mantenía alejada de cualquier partidarismo político o de compromiso con las autoridades de turno.
“(…) Cada uno de los congresos nacionales de historia estuvo presidido por un relevante intelectual o figura histórica de la independencia cubana, iniciando por el patriarca de las ciencias sociales y los estudios culturales don Fernando Ortiz, entre el 8 y el 12 de octubre de 1942, y terminando con el ilustre profesor Fernando Portuondo del Prado, del 5 al 10 de febrero de 1960”.
En 1950 Roig convocó la reunión de Antropólogos del Caribe, siendo miembro titular de la Junta Nacional de Arqueología y Etnología. También formó parte de la Sociedad de Estudios Afrocubanos creada por Fernando Ortiz y dedicó numerosas publicaciones al rescate y preservación de la historia de la capital del país, como es el caso de La Habana de ayer, de hoy y de mañana (1928) y sus artículos costumbristas en revistas y periódicos como El Fígaro, Gráfico, Carteles y Social que, al decir, de Leal, modelaron su tan agradable y directo estilo, y quedaron para siempre en el acervo de su inagotable creatividad.
Asimismo, lideró la propuesta para publicar en 1932 la primera edición cubana de La Edad de Oro, antecedida de sus estudios sobre Martí y en 1935 publicó Historia de la Enmienda Platt, una interpretación de la realidad cubana, y más tarde las Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana e Historia de La Habana, ambas obras distribuidas de forma gratuita y dadas a conocer en la apertura en 1938 de la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle.
“Fue además animador de las más importantes sociedades científicas que tenían que ver con el trabajo histórico. Por eso pienso en la Historia de la Enmienda Platt, en Tradición antiimperialista de nuestra historia, pero fundamentalmente en su brillante ensayo Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos, que ve la luz en 1953 (…) Así que creo que su aporte principal en este aspecto es haber fomentado grandemente una tradición antiimperialista y un sentido de soberanía plenas y un estudio de la historia con la cabeza descubierta”, aseveró Eusebio.
Es por ello que celebrar la impronta de Roig demanda hacer. No basta mencionarlo en requeridas ocasiones cuando rememoramos hechos puntuales o anécdotas fechadas en el pasado. Roig no fue… es, como refiere en esta cita el poeta y narrador Víctor Casaus: “Defensor del patrimonio cultural, historiador y maestro de historiadores, activista y creador, editor y ensayista, periodista siempre, Emilio Roig fue de esas figuras que engarzaron, con su vida y su obra -contra viento y marea- los sueños del nacimiento de la conciencia revolucionaria moderna en nuestro país”.