Con Eduardo Torres Cuevas por el filo del cuchillo

Con Eduardo Torres Cuevas por el filo del cuchillo
Foto: Opus Habana / Facebook

Este domingo 31 de agosto falleció en La Habana el gran historiador Eduardo Torres Cuevas. No solamente se consagró al rescate del pensamiento cubano de todos los tiempos, sino que contribuyó con su propia obra a crear una plataforma conceptual y teórica para que Cuba pueda interpretarse a sí misma.

𝑆𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝘩𝑒 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙𝑎𝑏𝑜𝑟𝑎𝑟 𝑢𝑛𝑎 𝐻𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝐶𝑢𝑏𝑎, 𝑦 𝑚𝑖 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑐𝑖𝑝𝑎𝑐𝑖ó𝑛 𝑒𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑦𝑒𝑐𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑙𝑒𝑐𝑡𝑖𝑣𝑜𝑠, 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑑𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑟𝑒𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎 𝑙𝑎 𝑒𝑛𝑠𝑒𝑛̃𝑎𝑛𝑧𝑎 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑎, 𝘩𝑎 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑖́𝑎 𝑎𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑜𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑎 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑜 𝘩𝑒𝑐𝘩𝑜.

𝐻𝑎𝑦 𝑢𝑛 𝑚𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛 𝘩𝑎 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑎𝑑𝑜 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑠𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝘩𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑝𝑎í𝑠 𝘩𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑖𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑖𝑎, 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑎 𝑡𝑟e𝑚𝑒𝑛𝑑𝑎 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑠𝑚𝑖𝑡𝑖𝑟𝑙𝑎. 𝐶𝑟𝑒𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢́𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑒́ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑔𝑎𝑟 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜, 𝑦 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑚𝑒 𝑙𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑚𝑖𝑡𝑎.

𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑡𝑟𝑎𝑔𝑒𝑑𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑚𝑢𝑐𝘩𝑜𝑠 𝘩𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎𝑑𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑑𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑜𝑏𝑟𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛𝑑𝑒, 𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑝𝑜𝑑𝑟𝑎́𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑐𝑙𝑢𝑖𝑟𝑙𝑎. 𝐶𝑜𝑚𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑓𝑎𝑙𝑡𝑎 𝑎𝑙𝑔𝑜, 𝑦 𝑒𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑓𝑎𝑙𝑡𝑎 𝑡𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑖𝑑𝑒 𝑑𝑎𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑠𝑜 𝑑𝑒𝑓𝑖𝑛𝑖𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑜𝑛𝑒𝑟 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑏𝑙𝑎𝑛𝑐𝑜 𝑦 𝑛𝑒𝑔𝑟𝑜.

Quisiera apoyarme en este fragmento de mi entrevista Eduardo Torres Cuevas. Por el filo del cuchillo, publicada en la revista 𝑂𝑝𝑢𝑠 𝐻𝑎𝑏𝑎𝑛𝑎 (Vol. VI, No. 2, 2002), para honrar al gran historiador cuando ya es triste suceso su fallecimiento, en la madrugada de este domingo 31 de agosto de 2025.

He releído ese texto de un tirón y, como sucede con otras entrevistas en nuestra revista impresa, sus respuestas me parecen más actuales que nunca. Una vez más se confirma la importancia de haber dejado por escrito -en papel, quiero decir- los testimonios veraces de importantes intelectuales a quienes admiramos en vida. De pronto sus palabras cobran vigencia en el momento preciso como si fuera una conversación que nunca terminó.

Envié previamente un cuestionario a Torres Cuevas que este agradeció y, a partir del mismo, sostuvimos varios encuentros personales. El fragmento arriba mencionado es de su respuesta a mi pregunta: «¿Ha pensado alguna vez en escribir una Historia de Cuba a título individual —es decir, como autor único—, a la manera de Emeterio Santovenia, Ramiro Guerra, Portell Vilá… y más recientemente, Moreno Fraginals?»

Es una interrogante incisiva, como todas las de esa entrevista en profundidad. Entonces se conmemoraba el centenario de la proclamación de la República de Cuba, el 20 de mayo de 1902. También hay una pregunta dedicada a este tema álgido que todavía suscita una fuerte tensión historiográfica. ¿Conmemorar oficialmente -o no- esa efeméride a pesar de la Enmienda Platt?, es una cuestión que se debate hasta hoy día.

𝑁𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝘩𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑒𝑠 𝑚𝑢𝑦 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑗𝑎: 𝘩𝑎 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑏𝑎𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑑𝑖𝑎𝑑𝑎 𝘩𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑖𝑒𝑛𝑧𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑠𝑖𝑔𝑙𝑜 𝑋𝑋; 𝑛𝑜 𝑡𝑎m𝑏𝑖é𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑑𝑖𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑢𝑟𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑙 𝑝𝑒𝑟𝑖́𝑜𝑑𝑜 𝑟𝑒𝑝𝑢𝑏𝑙𝑖𝑐𝑎𝑛𝑜, 𝑦 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑝𝑟𝑎́𝑐𝑡𝑖𝑐𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑠𝑖𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑑𝑖𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑑𝑒 𝟺𝟶 𝑎𝑛̃𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑅𝑒𝑣𝑜𝑙𝑢𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝐸𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑢́𝑙𝑡𝑖𝑚𝑎 𝑒𝑡𝑎𝑝𝑎, 𝘩𝑎𝑦 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑟 𝑑𝑒 𝑐𝑒𝑟𝑜 𝑦 —𝑡𝑎𝑛 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑝𝑙𝑎𝑛𝑜 𝑓𝑎𝑐𝑡𝑢𝑎𝑙— 𝑦𝑎 𝑒𝑠 𝑠𝑖𝑚𝑝𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑢𝑛 𝑟𝑖𝑒𝑠𝑔𝑜 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑏𝑖𝑟, 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝘩𝑎𝑦 𝘩𝑒𝑐𝘩𝑜𝑠 𝘩𝑖𝑠𝑡𝑜́𝑟𝑖𝑐𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑛 𝑡𝑜𝑡𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑔𝑖𝑑𝑜𝑠 𝑛𝑖 𝑑𝑖𝑠𝑐𝑢𝑡𝑖𝑑𝑜𝑠.

Este fragmento viene a continuación del anterior, cuando Torres Cuevas responde a la pregunta ya mencionada. El contenido de todas sus respuestas reviste actualidad no solamente desde el punto de vista testimonial, sino también historiográfico. Apunta a la necesidad de estar atentos a cuando se produce un cambio de escenario. Obliga a reflexionar sobre cuán importante es la noción de «historicidad», entendida como nuestra capacidad personal de vivenciar los hechos y las cosas desde el pasado hasta el presente.

«Continuidad y ruptura marcan el camino de la cubanidad», fue la máxima que Torres Cuevas aplicó en su ensayismo histórico. Aparece reunido en su trilogía 𝐸𝑛 𝑏𝑢𝑠𝑐𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑢𝑏𝑎𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑, cuyo primer tomo vio la luz en 2006. En el segundo tomo, cerrándolo, fue republicada mi entrevista de marras. Resultó para mí un honor.

Al reingresar en esa conversación, he vuelto a escuchar el tono pausado y meditativo de mi interlocutor. Era más conferencista que orador; a diferencia de Eusebio Leal Spengler, quien era tribuno por antonomasia. Ambos clasifican como configuradores de la cultura histórica, cada uno con su estilo y diapasón de conocimientos. Eduardo, más académico; Eusebio, más predicador. Cubanísimos ambos con fe, esperanza y razón.

Ninguno de los dos, ni Eusebio ni Eduardo, dejó una Historia de Cuba a título personal, como sí lo intentó en cierta medida Manuel Moreno Fraginals con Cuba/España, España/Cuba: Historia común, publicado en 2002. Pero este libro abarca solamente hasta 1898; o sea, se circunscribe a la etapa colonial, reinterpretándola como «hispánica».

A Torres Cuevas no le agradaba ese libro postrer de Moreno Fraginals, y así lo manifiesta en la entrevista: «Tiene errores que se pueden demostrar -no es nada nuevo-, además de un afán de borrar cosas que están dichas por él mismo». Aun así considera al autor de El ingenio como «un gran marxista (…) uno de los marxistas que más influyó en mi generación».

A la influencia negativa de otro marxismo durante el llamado «decenio gris» -el de los manuales soviéticos de Konstantinov y de Afanásiev- dedicamos particular énfasis en nuestra conversación. Tanto Torres Cuevas como Leal Spengler pueden considerarse adalides de la resistencia cívica a esa tendencia foránea. Basta leerse a Emilio Roig de Leuchsenring para profesar un antiimperialismo cubano que, basado en la vida y obra de José Martí, no necesita obligatoriamente a Lenin para validarse.

La expresión «por el filo del cuchillo» para el título de la entrevista fue tomada de Pierre Vilar y hace referencia a que, ante las exigencias de la profesión, el historiador siempre está arriesgándose. También yo me arriesgo ahora mismo como editor y periodista al poner en blanco y negro mis criterios.

Siempre estamos sujetos a la problemática de la autorreferencialidad. ¿De qué manera sostener la preconizada distancia epistemológica, cuando el contexto sociohistórico cambia continuamente? ¿De qué manera lograr esa exigencia académica, cuando eres partícipe y contribuyes como intelectual al propio proceso dialéctico de continuidad y ruptura?

Termino de escribir esta nota a modo de obituario, cuando acaba de iniciarse el curso escolar, este lunes 1ro de septiembre de 2025. Estoy frente a la Escuela Primaria Simón Rodríguez, junto a otros, madres y padres, asistiendo al debut de mi hija como escolar sencilla.

Entonamos el himno nacional y viene a mi mente el tributo agradecido de Torres Cuevas a las escuelas públicas de la República; en especial, a la obra imperecedera del maestro cubano. «Ese que se iba a las montañas montado a caballo y, aunque estuviera seis meses sin cobrar, nunca faltaba a clases. Allá iba vistiendo su única guayabera raída, que tenía que tener cuidado porque —si la soplaba el viento— se rompía en pedazos….»

Para mantener ese espíritu de un magisterio genuinamente cubano trabajamos en el Centro Histórico de La Habana, sosteniendo la revista Opus Habana contra viento y marea. Cada vez que nos encontrábamos, Eduardo me estimulaba a no dejar de perseverar en mi labor editorial. Pues no se trata solamente de conservar las piedras de las edificaciones, sino de sostener las ideas que permiten revalorizar esas piedras para orgullo patrio.

Descargar aquí entrevista a Eduardo Torres Cuevas https://drive.google.com/…/1fmRcLiCcwUb4ETnzkSP…/view

Escrito por el Dr. Argel Calcines Pedreira

Foto: Opus Habana

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