Tito Gómez, excepcional intérprete e improvisador

Tito Gómez, excepcional intérprete e improvisador

Pocos cantantes se pueden dar el lujo de contar semejante anécdota: “De visita en México, me encontré con Pedro Vargas, que me dice: ꞌLlegó el hombre que me destruyó Vereda Tropicalꞌ”. “¿Por qué destruir?”, le pregunto apenado. “Nos opacaste por completo”, pero enseguida, Pedro Vargas sonríe y me dice: “Te debe servir de satisfacción que la cantó todo el mundo y el único que la ha hecho popular eres tú”.

Por supuesto que nos referimos a Tito Gómez, uno de los cantantes más significativos del patrimonio cultural de la nación cubana, quien se apropió de tal forma de esta composición del mexicano Gonzalo Curiel, que nada más escucharlo interpretar cualquier otro tema, se le identificaba de inmediato como el dueño de Vereda Tropical.

No podía ser de otro modo para quien se destacó por excepcionales condiciones como vocalista, debido a la peculiar extensión de su registro sonoro, matizado por la agradable brillantez y su claridad tímbrica; que, a su vez, estaban protegidas por una afinación impecable.

Se afirma que, en la década del 50 del pasado siglo, se llegaron a vender más de dos millones de discos de Vereda Tropical, cifra que hoy en día sería infinitamente superior, de acuerdo con las distintas vías que tenemos para consumir la música.

Sin embargo, para el pueblo cubano, el legado de Tito Gómez simboliza mucho más que haber sido el intérprete favorito de Vereda Tropical a nivel mundial. Recordarlo en el aniversario 25 de su partida física, acaecida el 15 de octubre de 2000, no solo representa una merecida oportunidad para honrar a alguien de su dimensión artística, sino también la necesidad de acercarnos a su legado y beber de sus atributos como creador, los de un músico querido y respetado.

Con más de medio siglo de vida artística, hay que reiterar que Tito Gómez cultivó casi todos los géneros de la música cubana con la misma satisfacción, como se puede comprobar en los populares temas de Naricita fría, Como cualquiera y Yayabo.

Incluso en el clásico Estiro bastidores, era habitual que Tito improvisara durante más de media hora, sin tener que repetir estrofas ni apoyarse en vulgaridad alguna, para así llegar a clasificar entre reconocidos improvisadores, como es el caso de Benny Moré.

Es verdad que solo pudo estudiar un poco de canto y algo de vocalización, pero a la vez estaba consciente de que no necesitaba ninguna artimaña para alcanzar el éxito, pues confiaba en la capacidad de identificarse con el mensaje de una canción a partir del formidable potencial de su voz.

Dueño del sentido de la modestia propio de los grandes artistas, en más de una ocasión Tito reconoció públicamente que nunca se le fueron los humos a la cabeza. No obstante, cuando se hable de personalidades con el acendrado arraigo de Barbarito Diez, Roberto Faz o Benny Moré, el nombre de Tito Gómez los acompañará con todo derecho.

Fuente: Granma

Redacción Radio Enciclopedia