Gloria al heroísmo de los que no dudaron en ofrendar su vida

Gloria al heroísmo de los que no dudaron en ofrendar su vida
Fotos: Ecured

El mes de noviembre nos trae a la memoria importantes acontecimientos de nuestra historia, páginas llenas de heroísmo de sus protagonistas. Coinciden en el día 8 los asesinatos –hace 67 años– de los revolucionarios clandestinos Ángel Ameijeiras Delgado (Machaco), Pedro Gutiérrez Hernández y Rogelio Perea Suárez (Rojito), en los sucesos de Goicuría y O’farrill, y el aniversario 95 del natalicio de Manuel (Piti) Fajardo Rivero, combatiente del Ejército Rebelde.

De feroz puede calificarse el enfrentamiento en 1958 entre aquellos tres jóvenes revolucionaros y fuerzas batistianas, muy superiores en hombres y armas, el combate más intenso de la lucha clandestina, que ocurriera en el apartamento número cinco del edificio de Goicuría 523, esquina a O´farrill, en la barriada habanera de La Víbora.

Muchas son las maneras de recordar estos sucesos, ocurridos alrededor de las dos de la madrugada, cuando Machaco, quien era jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio en La Habana, Rojito y Pedro protagonizaron (junto a Norma Porras que fue sobreviviente) una gran resistencia por espacio de casi cinco horas, ocasionándole numerosas bajas a los esbirros que asaltaron el lugar.

En plena flor de su juventud, fueron asesinados ya desarmados y presos. Tenía Machaco, 33 años de edad, Pedro 30 y Rojito apenas había cumplido 21, dando lo mejor de cada uno de ellos por cambiar el régimen batistiano que oprimía y masacraba al pueblo cubano. Fidel Castro, en la Sierra Maestra, al conocer el crimen cometido decidió ascender póstumamente a Machaco al grado de comandante del Ejército Rebelde.

Manuel (Piti) Fajardo Rivero
Manuel (Piti) Fajardo Rivero

Ese día de la masacre, el manzanillero Piti Fajardo, leal combatiente, fiel a las ideas y principios del Comandante en Jefe, arribaba a sus 28 años de edad y simultaneaba sus funciones de médico con las de combatiente en plena Sierra Maestra.

Al triunfo revolucionario, fue ascendido por su méritos al grado de comandante y se multiplicó en las más diversas tareas, entre ellas: director del hospital militar de Santiago de Cuba;  jefe de la obras de la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en el Caney de la Mercedes, destinada a brindarles educación a los niños de la serranía, y jefe de operaciones en la montañas del Escambray, para enfrentar y aniquilar la bandas contrarrevolucionarias que, financiadas y armadas por Estados Unidos, sembraban la muerte y el terror entre las familias campesinas.

Por todo lo que hizo, Piti se ganó el premio de los buenos, el cariño de su pueblo, se distinguió por muchas cualidades que definieron su personalidad: honradez, humildad, sencillez y laboriosidad, además de su disposición y el heroísmo de morir en el cumplimento del deber. Piti Fajardo arribaría hoy a sus 95 años de vida.

Ana Rosa Perdomo Sangermés