Liuba María Hevia: un canto a la infancia

Liuba María Hevia: un canto a la infancia
Foto tomada de Liuba María Hevia en YouTube

El abuelo que emigró y el niño que canta en el barrio son para Liuba María Hevia la misma canción: una que no distingue entre la ternura y el compromiso, entre el arte y el corazón.

La trova cubana, ese movimiento que encontró su voz profunda en Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, tiene en Liuba María Hevia a una de sus herederas más auténticas y necesarias. Compositora, trovadora y cantante por excelencia, Hevia ha tejido una carrera que trasciende el simple éxito musical para convertirse en un pilar fundamental de la cultura infantil cubana. Su trabajo, poético y comprometido, no solo entretiene a las nuevas generaciones, sino que educa, abraza y preserva la identidad de una nación en la sensibilidad más pura.

Desde el principio, su camino estuvo marcado por un doble linaje: la tradición trovadoresca y una vocación social profunda. Formó parte desde 1982 del movimiento de la Nueva Trova, de ahí compartió las enseñanzas de los fundadores, para luego forjar un camino propio, donde las guajiras, los boleros, los sones y las habaneras se funden en un lenguaje universal.

La obra de Liuba María Hevia se caracteriza por un lirismo cuidadoso y una constante exploración de las raíces musicales cubanas. Con más de una veintena de discos, su producción es un diálogo constante entre la canción de autor y el alma popular. Su canción Con los hilos de la luna (conocida popularmente como “El abuelo”), dedicada a su abuelo asturiano, se ha convertido en un himno sobre la emigración y los vínculos familiares que perduran más allá de la distancia.

Su labor ha sido reconocida con las más altas condecoraciones de la cultura cubana, como la Distinción por la Cultura Nacional, que recibió con apenas 31 años, y la Medalla Alejo Carpentier. Pero quizás el reconocimiento que mejor define su impacto social llegó en 2012, cuando Unicef la nombró Embajadora de Buena Voluntad, un título que respalda décadas de trabajo sostenido con la infancia, no solo en los grandes teatros, sino en barrios y hospitales de todo el país.

Foto tomada de Unicef

No obstante, si hay un terreno donde Liuba María Hevia ha dejado una huella indeleble, es en la música para niños. Su enfoque nunca ha sido condescendiente, pues trata a su audiencia infantil con el mismo respeto y profundidad con el que compone para adultos. Este compromiso cristalizó en su disco más emblemático para niños, Travesía Mágica, que cuenta con diez ediciones, lo que da fe de su enorme popularidad y vigencia.

Hevia ha sido un puente fundamental para difundir la obra de la poetisa y trovadora Ada Elba Pérez (1961-1992), con lo cual no solo ha rescatado e interpretado sus composiciones infantiles, sino que también las ha puesto a disposición de las nuevas generaciones. Además, su repertorio incluye versiones cuidadas de clásicos infantiles hispanoamericanos, a través del cual ha conformado un corpus sonoro igualmente entretenido y formativo. Pero lo que distingue el trabajo de Liuba con la niñez es su radical vocación comunitaria. Su labor no se limita a la grabación de discos o a las giras internacionales (que la han llevado por gran parte de Europa y América). Es una artista profundamente arraigada en el tejido social de Cuba.

Esta faceta de su trabajo la sitúa en sintonía con otros proyectos culturales comunitarios que son vitales en Cuba, como el evento de oralidad Saltapalabra en Guantánamo, que defiende la narración oral y la cubanía, o el Grupo de Teatro Olga Alonso en La Habana, premiado por su labor cultural comunitaria.

Su compromiso la ha llevado a participar activamente en eventos que vinculan arte y compromiso social, como la Jornada de la Canción Política en Guantánamo, un proyecto que durante 44 años ha reunido a trovadores para rendir tributo a los mártires de la Revolución y que en su edición de 2020, estuvo dedicado precisamente a la presencia femenina en la trova, y contó con su intervención como una de las invitadas centrales.

Foto tomada de la página oficial en Facebook de la cantante.

Asimismo, Hevia pertenece a una tradición de artistas femeninas que han encontrado en la creación un espacio de expresión y transformación. Su trabajo dialoga con la rica y a menudo menos visibilizada historia de mujeres creadoras en Cuba y América Latina, un tema que ha sido objeto de investigación para rescatar estas contribuciones esenciales.

Su estatura artística le ha permitido colaborar con grandes figuras de la música iberoamericana. En su producción discográfica Vidas paralelas compartió créditos con artistas de la talla de Omara Portuondo, Ana Belén, Danny Rivera y Carlos Varela, entre otros; mientras que en Para volverte a ver continúa explorando esa fusión de poesía y melodía que la caracteriza.

La trascendencia de su obra en la música infantil cubana va más allá de las canciones; es una pedagogía del afecto. Ella canta a y con los niños desde un lugar de autenticidad, sin artificios, presentándoles su patrimonio musical con la ternura de una narradora oral y la solidez de una maestra. En un mundo donde la infancia está cada vez más mediada por pantallas y contenidos efímeros, el trabajo de Hevia se erige como un baluarte de calidad artística y calidez humana.

Como Embajadora de Buena Voluntad de Unicef, su voz lleva un mensaje de derechos, cuidado y esperanza. En cada concierto en un hospital, en cada taller en un barrio, Liuba María Hevia está tejiendo, con los hilos de su luna personal, un futuro más melodioso para Cuba. Su música infantil no es un subgénero en su carrera; es la esencia misma de su propuesta ética y estética: la convicción de que la canción, cuando es honesta y bella, puede ser el primer y más perdurable territorio de la patria para un niño.

Lázaro Hernández Rey