Alicia Alonso y Giselle, 80 años de su debut en el personaje (+Fotos)

Alicia Alonso y Giselle, 80 años de su debut en el personaje (+Fotos)
Alicia Alonso en Giselle Foto: Luis Castañeda

Este 2 de noviembre de 2023, se cumplen 80 años del debut de Alicia Alonso en el personaje protagonista del ballet Giselle, en el Metropolitan Opera House, de Nueva York, hecho que ocurrió el 2 de noviembre de 1943.

En esta ocasión, vale recordar que el personaje central del ballet Giselle tiene en la carrera de Alicia Alonso una importancia de primer orden. Cuando asumió este papel por primera vez, sin duda se abrió una nueva etapa en su desarrollo profesional, pero hoy podemos ver con claridad que también se iniciaba una nueva era en la historia del personaje y de la obra, por la trascendencia de lo que ha aportado Alicia Alonso, como bailarina y coreógrafa, al famoso ballet romántico. La eternidad del personaje y de la obra Giselle, pieza clave del repertorio balletístico de todos los tiempos, debe con toda seguridad a Alicia Alonso un aliento fundamental, una resurrección que apunta hacia el futuro con la certeza de la permanencia.

Alicia Alonso con Anton Dolin, 2 de noviembre de 1943. Foto: Fred Fehl

Alonso supo, desde un intuitivo principio, dotar de humanidad al personaje, a la vez que, tras la reflexión y la experiencia, agrupar en su versión del clásico romántico una riqueza que en el patrimonio del ballet universal amenazaba perderse, unido esto a los aportes de la creatividad propia que, lejos de mixtificar el producto, lo enriquecen en la línea recta de respeto por el original.

Los críticos han hablado siempre en los últimos 80 años de Giselle antes y después de Alicia Alonso. Este es un caso particular y especial en la historia de la danza clásica. La compenetración entre artista y personaje ha llegado a un éxtasis mutuo entre la experiencia estética y algo que inicia una nueva mitología de la danza. Para las generaciones venideras, las imágenes de Alicia Alonso en Giselle serán equivalentes, cada una en su tiempo, de los grabados de Marie Taglioni en La Sílfide, de Fanny Elssler en La Gitana, de Carlotta Grisi en La Péri. Esas imágenes son la patente, la inspiración, el icono referencial básico para la recreación escénica o la especulación teórica. Hoy día se cuenta además con el recurso del cine, y la Giselle de Alicia Alonso fue filmada y es un documento inestimable. Allí, ya Alonso hizo un profundo trabajo de dramaturgia, de justificación teatral,de devolución fresca de la pantomima. Una labor realmente ejemplar de cómo trabajar un clásico.

Giselle ha sido durante mucho tiempo la carta de presentación personal de Alicia Alonso y del Ballet Nacional de Cuba, la muestra más alta de la versatilidad y altísimo nivel de la artista y de la compañía.

Alicia Alonso con Vladimir Vasiliev. Foto: J. A. Pola

La ya hoy legendaria sustitución de Alicia Márkova por Alicia Alonso, se produjo en 1943, durante la temporada de actuaciones del American Ballet Theatre en Nueva York. A partir de aquel 2 de noviembre, miles y miles de personas han visto su Giselle en todo el mundo. Ella es la artista de ballet que más lejos ha llevado su personaje predilecto. Todos esos espectadores han tenido acceso a la leyenda viva, a los momentos de un elevadísimo pálpito que sólo produce el arte verdadero.

Con el paso del tiempo, Alicia Alonso no solo enriqueció su interpretación personal del papel, sino que hizo lo mismo con la producción del Ballet Nacional de Cuba y han coincidido en lo que ya es un aspecto: Alicia Alonso es la más grande Giselle de nuestra época, y la versión cubana del ballet homónimo es la más rigurosa que se puede ver en la actualidad en todo el mundo; versión que por derecho propio ha pasado a formar parte del repertorio de las más importantes compañías de ballet del mundo, entre ellas, a la Ópera de París. Allí había nacido Giselle, y la más universal de las artistas cubanas la devolvió, no solo desempolvada, sino más hermosa. También su versión llegó al repertorio del Teatro Colón de Buenos Aires, de la Ópera de Viena, y el Teatro San Carlo de Nápoles, entre otros grandes ballets del mundo.

En la Ópera de París 1972. Foto: Francette Levieux

Alicia Alonso, desde su debut en 1943, bailó durante cincuenta años el papel de Giselle, quintaesencia del romanticismo balletístico y resumen de grandeza en la interpretación dancística.

El triunfo de Alicia Alonso en Giselle no solo fundó un gran camino para la danza en Cuba, sino que fue una luz irradiante sobre toda Latinoamérica. La determinación innegociable de la bailarina por mantener su nombre latino, en momentos en que los apellidos eslavos o anglosajones parecían determinar el éxito en las taquillas, no solo apuntó la convicción particular de una artista por mantener su identidad, sino que validó a la cultura latinoamericana en el arte del ballet. Alonso demostró que el físico latino no iba en contra de la danza clásica; la esencialidad de los movimientos, el ritmo particular de nuestras tierras, determinado por el mestizaje, no deslucían –como muchos pensaban– sino que aportaban nuevos matices, enriquecían el universo del ballet. La fundamentación de estas características sostiene la hoy reconocida escuela cubana de ballet, uno de los mejores emblemas latinoamericanos en el mundo de la danza clásica. Por esas razones, Alicia Alonso no es únicamente la legendaria bailarina de los cubanos, sino que su dimensión simbólica, su arte y labor, pertenecen a todo el continente, y al mundo todo, trascendiendo fronteras.

Alicia Alonso con Azari Plisetski (Albrecht)

Fuente y fotos: Ballet Nacional de Cuba

Redacción Radio Enciclopedia