Ballet Nacional de Cuba: Cubanidad y cosmopolitismo de un conjunto vital

Ballet Nacional de Cuba: Cubanidad y cosmopolitismo de un conjunto vital

Han transcurrido unas seis décadas y varias generaciones desde que el crítico inglés Arnold L. Haskell se refiriera al nacimiento de la «escuela cubana de ballet», como el «milagro cubano». Así hablaba de algo que no puede definirse mejor que como una única forma de expresión en la danza escénica clásica, determinada por peculiaridades de la nacionalidad y la cultura.

Pero el reconocimiento de Haskell tiene un importante antecedente. A poco más de un año de haberse creado el Ballet Alicia Alonso –como primero se denominó el actual Ballet Nacional de Cuba– el clarividente José Lezama Lima arriesgaba en 1949 una conclusión poética, con la evanescencia de una pregunta:

El arte de Alicia Alonso «no es de sorpresas y de aventuras, sino de perfección; ademán que no presumió de único, para mostrar la curvatura de su distinción como estilo habitado también por su pueblo. El diseño, la figura, el ademán, el cuerpo, el contorno que apresa y define, marchan en ella con la misma seguridad que en las más viejas y refinadas culturas. El bailarín, definición privilegiada de la sabiduría, suma de las más oscuras tradiciones, definiéndolas en su movediza escultura. ¿Cómo usted, Alicia Alonso, pudo hallar esa tradición, hacernos pensar a todos en las posibilidades secretas de expresión y de forma que algún día podrán ser estilo (…)?».

Esa fijación de cubanidad en nuestro ballet, advertida por Lezama Lima en el arte magistral de la gran Alicia Alonso, proclamada por Haskell, y avalada por textos posteriores de Pedro Simón Martínez, Miguel Cabrera, Ricardo Reymena y una lista bastante extensa de autores, es, además de cualidad personalísima de nuestra prima ballerina assoluta, algo que define la postura de coreógrafos de todo el mundo que han sido invitados a crear obras para el Ballet Nacional de Cuba.

Todos coinciden, en sus declaraciones, en la prístina cualidad técnica de los bailarines, no solo de los que ostentan las primeras categorías, sino que elogian también un dúctil cuerpo de baile capaz de las más complicadas figuraciones. Y, por encima de todo eso, la capacidad natural, despojada de todo artificio, de expresar lo que requiere el coreógrafo, desde una comprensión esencial.

El más reciente programa presentado por el Ballet Nacional de Cuba ha incluido una de esas obras creadas especialmente para la compañía por un coreógrafo de la lejana Australia, David Jonathan, titulada Espejo del mundo; y la versión completa de una pieza ya vista parcialmente: A fuego lento, del brasileño Ricardo Amarante, que volverá esta semana: 7, 8 y 9 de noviembre, junto a Love Fear Loss (Amor Temor Pérdida), también de Amarante, y Ballet 101, de Eric Gauthier, ambas coreografías ya convertidas en bazas de éxito seguro por los cubanos.

David Jonathan ha sido el más reciente de los coreógrafos conquistados por los artistas del Ballet Nacional de Cuba, y a ellos ha entregado una obra de gran belleza; y, por lo que ha significado para el público, se hace deseable que vuelva a escena en fecha no lejana.

La nueva adquisición del repertorio se suma a creaciones incorporadas en los últimos años, de Alexei Ratmansky (Rusia), Ben Stevenson, Cathy Marston y Gemma Bond (Gran Bretaña), Kyle Abraham (Estados Unidos), Annabelle López-Ochoa (Colombia/Bélgica), Pontus Lidberg (Suecia), Johan Kobborg (Dinamarca), Peter Quanz (Canadá), Joaquín de Luz y María Rovira (España), Susana Pous (española de nacimiento y cubana de alma) y los cubanos Alberto Méndez, Ely Regina Hernández, Pepe Hevia, Osnel Delgado y Raúl Reynoso. Y esta relación no tiene otro fin que ser patente de versatilidad. Cada uno de estos coreógrafos ha validado en la compañía su credo estético y su espiritualidad, en obras de muy diferenciable personalidad artística.

No hay duda de que el Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección de Viengsay Valdés, sigue mostrando ante el mundo la medida de sus posibilidades en el repertorio clásico; recordemos la muy exitosa y extensa gira realizada recientemente por China, con El lago de los cisnes.

Y como un conjunto vital, actuando en el presente, enarbola los clásicos como estandartes y continúa sumando a su quehacer nuevas creaciones impulsadas por un saludable cosmopolitismo consustancial al arte del ballet, al que aporta lo que llamábamos al comienzo, una única expresión de cubanidad.

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Redacción Radio Enciclopedia