Carmen. Cuba, desborda fronteras en… China
El Ballet Español de Cuba, como parte de su gira por la República Popular China, actuará en Guanzhou, provincia de Cantón, ese punto de la geografía china que esta tan cerca de los cubanos.
Apenas dos semanas de inicio de la gira, la compañía, que dirige el maestro Eduardo Veitía, ya han actuado en cuatro ciudades de tres distantes provincias del norte y sur del gigante asiático: Changchun (Jilin), Mudanjiang (Helliongjian) y Fuzhou y Fuding (Fujian). Que traducido en kilómetros son largas distancias recorridas en aviones, trenes y ómnibus… aunque las ovaciones y la calurosa acogida en cada teatro las sobrepasan. Algo que no es casualidad.
La agrupación ha dejado inolvidables huellas con sus visitas anteriores, y actuaciones en más de 30 ciudades de 20 provincias, en obras como El fantasma y Yo soy Cuba, y el público chino ya los conoce, y persigue. Después de cada actuación son muchos los que vienen a saludar, a tomarse fotos y enseñar con orgullo las imágenes tomadas en visitas anteriores. El enorme Gran Teatro de Fuzhou (Fujian), resultó pequeño para acoger el público que la inundó en todos sus rincones, en una noche para el recuerdo. Y es que Carmen. Cuba, la nueva producción de Veitía, tiene todos los elementos para atrapar al espectador con su magia. Una Carmen, netamente cubana.
Son muchos los factores que se suman: la coreografía de Eduardo Veitía, basada en la obra de Prosper Merimee, y con música de George Bizet, en primer lugar es elegante, y original, pues, ha “vestido” a su Carmen, de un halito de ritmo, colorido, energía y musicalidad matizado de pura cubanía, que desborda fronteras.
Sus movimientos llevan la fuerza huracanada de esta región que respira del mundo, con sus trazos africanos, europeos y asiáticos. Vibra el flamenco, pero se reconoce además, algo vital, los gestos, actitudes… llevan una mezcla ancestral que la enriquece.
Visualmente, junto con los diseños de luces del propio Veitía, que aportan a la magia del espectáculo, las imágenes escenográficas realizadas por Tamine González con el video mapping son de un gusto extremo, pasean por la obra como un personaje más que la enaltece, traducen momentos, y lleva al espectador a un espacio de ensueño al dibujar emociones.
Y los diseños de vestuario de ese gran artista que es Oscar de la Portilla, dan el toque final de autenticidad de la obra, y el buen gusto que la rodea. Porque llevan la luz de estas tierras bañadas de sol, que le ofrecen un encanto singular. Es la piel en los cuerpos de los bailarines, expresando una identidad, cuando vibran y estallan con todas sus fuerza al contornearse con el ritmo, iluminados por una música, también especial que desata pasiones.
Aunque la base musical es la de Bizet, Veitía ha incorporado a la música flamenca, española, otras versiones sobre la original, y notas cubanas como una versión flamenca de la cantaora Chelo Pantoja del bolero Dos gardenias, de Isolina Carrillo, y una percusión que traspasa fronteras culturales, pues los toques del cajón marcan ritmos, por instantes traídos de esa región encantada, que luego en el baile se transforman en la manera de bailar los cubanos, pues los bailarines lo son.
Luego de hora y media de espectáculo, Carmen. Cuba reserva emociones para el final. Cuando parece que ya todo termina con los saludos, el auditorio renace como Carmen. Sigue viva, como sinónimo, símbolo de libertad, pasión eterna… Carmen es universal. El público lo acompaña con palmadas rítmicas que desbordan en ovaciones, en cada lugar. No caben dudas. Es Cuba.
Texto y fotos: Toni Piñera


