El hijo de Katana, reflexión hacia la memoria y sus connotaciones

El hijo de Katana, reflexión hacia la memoria y sus connotaciones
Cartel exposición El hijo de Katana. Consejo Nacional de las Artes Plásticas

La exposición personal El hijo de Katana, del artista visual Henry Crespo Enríquez, recién quedó inaugurada en la Sala Polivalente, del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, en la Plaza Vieja del Centro Histórico de La Habana.

Con curaduría de la poeta, narradora, ensayista y artista de la plástica Giselle Lucía Navarro, la muestra se mantendrá en exhibición de marzo a abril, en el tercer piso del número 352, de la calle San Ignacio, esquina a Teniente Rey, en La Habana Vieja.

El espacio de forma rectangular, presenta una selección compleja desde el punto de vista del montaje. Las paredes tienen obras de pequeño y gran formato. En la mayoría el nexo es tal que, es un tanto difícil discernir si se trata de obras independientes o un lienzo extendido. Es distintivo en su autor la manera tradicional en el uso de la técnica, dígase la elección del óleo sobre lienzo.

Igualmente, la abstracción fuerza a la creatividad en el proceso hermenéutico. Este dato supone una intención evidente en trascender la muestra de la fase contemplativa a una más activa en el visitante. Se intenta concebir una historia, por momentos lineal, pero que sabe elucubrarse en torno a cápsulas conceptuales autóctonas.

Misa de primavera (2022), óleo sobre lienzo 150 x 110 cm, detalle. Foto: Ana Gloria Delgado Rodríguez

Tal es el caso de la obra Misa de Primavera (2022), óleo sobre lienzo 150 x 110 cm, en el que los tonos verdes y su alternancia abstraen a quien lo observa. Los lleva a un mundo de antaño, a la niñez, o a construcciones ideales. Es la naturaleza la que domina la vista, el portal abre los ojos más allá del horizonte tradicional, y expone llanuras y pasto. Es todo cuanto se pueda lograr con solo pensarlo. Puede ser una de las lecturas de esta obra, pero, hay muchas más.

Su curadora, desde las palabras al catálogo enfatiza en la reflexión hacia la memoria y sus connotaciones, ese trucaje pasado-presente. El espectador hace suyos los paisajes de los recuerdos, las imágenes que se van borrando. Pueden, a veces, ser imágenes vivas, del entorno circundante: el hic et nunc, o bien se construyen a partir de la fantasía de los olvidos o los propios imaginarios colectivos. Los colores se prestan a tomar cualquier forma.

La luz resalta la viveza de los colores en los cuadros. Las condiciones de enclaustramiento del espacio hacen de las piezas el centro de todo. El visitante camina entre las sombras y se sumerge en los sueños que nos quiere mostrar el artista. Es un recurso interesante y particular.

La exposición por momentos se cierra tanto en el contenido general que cuesta encontrar la relación entre su título: El hijo de Katana y las obras. Aun así, sabe encontrar la lógica en el caos de títulos que parecen sobrar. Porque cuando la pintura por sí sola expresa, sobran palabras que respondan por ellas.  Las formas viajan hacia los paisajes de la memoria y las llenan de brillos, sonidos y lugares escondidos. Henry Crespo Enríquez propone una narrativa delicada y suave, un arte para fantasear.

Sala Polivalente del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales. Foto: Ana Gloria Delgado Rodríguez

Ana Gloria Delgado Rodríguez