Otra vez en Casa de las Américas se cantó por la paz

Otra vez en Casa de las Américas se cantó por la paz

La Sala Manuel Galich de Casa de las Américas recibió la tarde de este miércoles un grupo de melodías y versos que al calor de la trova de Raúl Torres, Fidel Díaz Castro y Erdwin Vichot Blanco con su inseparable laúd, cantaron por la hermana tierra de Venezuela y contra apetencias fascistas e imperialistas.

Introducido por Díaz Castro y aludiendo a la letra inmortal que dice «Yo tengo un amigo de nítida fe, que sueña tener su morada en el sol, aún siendo locura, no lo aconsejé, quizás, al contrario, me vaya con él, a fundar»; el autor de emblemas como este, Nítida fe, o Candil de nieve y Cabalgando con Fidel, destacó lo importante que es agradecer, porque abre muchas puertas.

Y dándole connotación a la palabra, agradeció justamente la presencia de los asistentes para cantar al familiar y hermano pueblo venezolano, cuyas calles ha transitado muchas veces sin sentirse extraño, en especial por la cosmopolita Caracas.

Incluyó piezas infaltables de su repertorio como Se fue; arropada por otras canciones dedicadas a líderes, a ideas, al internacionalismo de los médicos cubanos, a principios a los que no se renunciará jamás como la causa del pueblo palestino y, por supuesto, reafirmar el respaldo a la tierra de Chávez y Maduro, contra las acciones de carácter imperialista y fascista que acomete el enemigo común: el gobierno estadounidense.

En aquella tierra, contó -y canto-, en Barinas exactamente, escribió una canción -otra- al líder de la Revolución, en ocasión de su cumpleaños 88: «Y tú sigues ahí, con tu directriz de acero y roble, sin descansar. Vamos mi viejo, espanta el mal, que hay más Moncadas que librar; vamos mi padre, espanta el mal, que hay más Girones que ganar».

Quizás uno de los momentos más emotivos de la velada fue la canción que Raúl Torres escribió apenas anoche, una que hace sentir a Palestina, y que habla de «habibi» -vocablo de origen árabe cuyo significado es «mi amor»-, y del deseo de «abrazar las almas que aún se pudieran rescatar»: «no pidas más silencio, mira hacia allá, donde la luz es polvo y escombro el mar; barrigas sin ombligos, hambrunas sin amigos, niños de sal».

La poesía sonora de Silvio Rodríguez evocada por amigos y continuadores, o aquellas que el propio Díaz Castro ha entretejido al calor de décadas de utopías y convicciones, fueron adicionando estribillos a un concierto que representó a Venezuela y al continente todo; donde la paz no solo debe ser respetada, sino además, venerada.


Junto al embajador de la hermana nación,  Orlando Maneiro Gaspar, y Abel Prieto Jiménez, presidente de Casa de las Américas, entre otros invitados, cubanos, venezolanos, argentinos y bolivianos se sumaron con sus voces y palmadas al homenaje a una tierra irreductible, en la misma institución que desde tiempos de Haydee Santamaría, ha aupado la virtud de la cultura y sus más auténticos creadores en pos de la independencia e identidad latinoamericana.

Fuente: Agencia Cubana de Noticias

Redacción Radio Enciclopedia