Octavo Festival de Cine de Verano en Cuba, De cierta manera

Las posibilidades expresivas del espectáculo cinematográfico son inagotables. Esta condición cautiva a públicos diferentes durante la Octava edición del Festival de Cine de Verano en Cuba. Sobre sus peculiaridades pensaremos en este segmento de crítica cultural.
El cine, en tanto e industria, privilegia los valores éticos, estéticos, culturales; la memoria vívida, el intelecto y el buen gusto. Considerando estos preceptos artistas de varias generaciones crean para la pantalla grande en el mayor archipiélago de las Antillas.
Entre las prioridades del Octavo Festival de Cine de Verano descuella acercar a las mayorías nombres imprescindibles de la historia del cine cubano. Uno de ellos es el de Sara Gómez. A ella le debemos, en 1974, su último y más importante trabajo de dirección, De cierta manera, el primer largometraje de ficción realizado en Cuba por una mujer. La cineasta trató problemáticas de alcance social, el hombre humilde, la mentalidad subalterna, la discriminación racial, las creencias religiosas y las relaciones desiguales entre los sexos. Estas, y otras preocupaciones, las plasmó en documentales de notable valor antropológico visual.

Investigadora inteligente, audaz, Sara Gómez supo contar relatos fundamentados dramatúrgicamente. Incorporó a los procesos creativos estudios sistemáticos, sólidas investigaciones, hallazgos, personajes, conflictos personales, colectivos y la riqueza del mestizaje cubano. Tiene luz propia el legado de Sara Gómez. Su partida física en 1974 nunca la silencia. Ella ocupa el lugar de trascendencia merecido en la historia del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, Icaic, fundado el 24 de marzo de 1959.
El Octavo Festival de Cine de Verano propicia ver en las pantallas grandes parte de las producciones realizadas en Cuba donde espectadores de diferentes generaciones se sienten motivados por las estéticas, los puntos de vista, las recreaciones artísticas de creadores interesados en conocernos y reconocernos. Sin duda, los más jóvenes son cautivos por nombres, documentales y películas apenas conocidas o no en su justa dimensión artística.
En ese panorama ocupa un lugar prominente la cineasta Sara Gómez. Es preciso repasar los aportes, las vivencias, el disfrute comprometido de esta mujer resistente, sensible, aguerrida. Le interesaban problemáticas de la cultura cubana: el racismo, la religión, las músicas, y la condición del ser humano en distintos contextos. Siempre fue consciente de que las personas nunca “leen” la moraleja del relato audiovisual, esta debe expresarse mediante valores icónicos y lingüísticos. Conocía el objetivo del arte, crear la vida del espíritu humano y transmitirlo en forma artística.
Fue activa colaboradora, atenta al aprendizaje y a los intercambios con personalidades de Cuba y otros países. En 1961, cuando la cineasta francesa Agnés Varda llegó al Icaic para realizar un filme sobre Cuba, Sara Gómez estuvo entre las personalidades que la acompañaron. Le transmitió a la visitante su preparación en etnología y de la Varda recibió las enseñanzas del manejo de la cámara fotográfica al realizar fotomontajes. Sin duda, ese acervo enriqueció el ser y el acontecer de Sara Gómez, una figura relevante por su lenguaje y particular impronta en la cinematografía de Cuba para todos los tiempos. Conocerla abre vías al conocimiento sobre el cine hecho por quienes han alimentado la vocación de resistencia, creatividad y arte.