Ángel Augier, figura clave de la literatura cubana

Ángel Augier Proenza es una de las figuras más representativas de la literatura cubana del siglo XX, destacado por su multifacética labor como poeta, investigador literario, crítico, ensayista y periodista.
Su obra, aunque en principio no tan reconocida como la de otros escritores contemporáneos, dejó una huella perdurable en la cultura de la nación caribeña gracias a su versatilidad y a la profunda reflexión, tanto en su poesía como en sus otras obras.
Nacido el primero de diciembre de 1910 en el actual municipio de Rafael Freyre, provincia de Holguín, se formó en un contexto cultural y político complejo, donde las tensiones ideológicas del momento también influirían en su formación intelectual y revolucionaria.
En 1981 alcanzó el doctorado en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana y se graduó en igual especialidad en el Instituto de Literatura Mundial Máximo Gorki de la Academia de Ciencias de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En 1982 le fue otorgada la Orden Nacional Félix Varela de primer grado y en 1991 el Premio Nacional de Literatura, entre otros muchas distinciones.
Fue director fundador de la Revista de Literatura Cubana, Miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua, correspondiente de la Academia española y formó parte del Consejo Asesor del Centro de Estudios Martianos. Fundador de la Unión de Periodistas de Cuba y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), de la que fue vicepresidente y miembro de su Consejo Nacional durante varios años.
Su actividad literaria abarcó diversos géneros y enfoques, pero su poesía es, sin dudas, uno de los aspectos más notables de su legado. Influenciado por la tradición poética cubana y la literatura universal, sus versos combinan una profunda sensibilidad con una mirada crítica hacia la realidad social y política de su tiempo. La ironía, el análisis crítico y el simbolismo son elementos recurrentes en su estilo, lo que le permitió construir una voz única que no se conformaba con los cánones establecidos.
Como investigador literario y crítico, Augier destacó por su rigor académico y su compromiso con la historia, la preservación y la difusión de la literatura cubana, siendo uno de los primeros en hacer una sistemática reflexión sobre la evolución de la poesía en Cuba. También cultivó el ensayo literario, en el cual abordó temas, tanto literarios como filosóficos.
Como periodista, desempeñó un papel fundamental en diversos medios de comunicación, donde se caracterizó por su estilo claro y por su capacidad para sintetizar ideas complejas en textos accesibles al gran público, además de su objetividad.
Su obra refleja una constante reflexión sobre el sentido de la escritura y la responsabilidad del escritor en su contexto histórico y social. Su enfoque humanista y profundamente ético, lo convierten en un referente indispensable para comprender, no solo la literatura cubana, sino también las complejidades de la sociedad y la cultura a lo largo del siglo XX.
Es necesario resaltar su labor revolucionaria. En 1933, encontrándose laborando en el Departamento Comercial del entonces central azucarero Santa Lucía, intervino en la organización de las primeras células comunistas de la región, en un momento convulso de la historia de Cuba en el que imperaba el terror y la persecución a causa de la tiranía encabezada por Gerardo Machado, por lo que tuvo que salir clandestinamente hacia Honduras.
Tras el derrocamiento de la dictadura machadista, regresó a Cuba y se vinculó de inmediato en La Habana a tareas del Partido Comunista y de las organizaciones revolucionarias, Ala Izquierda Estudiantil, Liga Antiimperialista de Cuba y Defensa Obrera Internacional.
Tras el triunfo revolucionario de 1959, multiplicó su acción política e intelectual. En 1961 participó en el Primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas, en el que quedó constituida la Uneac, asociación en la que ocupó el cargo de presidente de la Sección De Literatura desde 1973, y vicepresidente desde 1976.
Ángel Augier Proenza, figura que contribuyó significativamente al desarrollo de la literatura cubana, tanto desde el ámbito creativo como crítico, falleció en La Habana el 21 de enero de 2010.