Ayer y hoy : ¡Independencia o muerte!

Ayer y hoy : ¡Independencia o muerte!
Foto: Cubadebate

José Martí, al resumir el compromiso que tenía con la liberación de su tierra natal del dominio colonial español, había expuesto en noviembre de 1891: “¿Es la Patria quien nos llama? Obedecemos, pues, que de seguro ella nos alienta”.

Y aquel llamado trascendente mientras organizaba a los emigrados cubanos se convirtió en realidad histórica. Su concepción de la necesidad de un partido para la organización y dirección de la lucha revolucionaria sigue siendo inspiración  en la sociedad cubana actual, en la Patria del hombre que pensó y actuó para todos los tiempos.

Era el fruto de la labor perseverante y conmovedora de José Martí y su Partido Revolucionario Cubano, combatiendo arduamente contra los enemigos internos de la independencia, sobreponiéndose al autonomismo, el anexionismo, el racismo y el peligro exterior que se dibujaba en el horizonte.

Hace 130 años el grito de ¡Viva Cuba Libre!, expresión del espíritu de patriotismo de los cubanos, resonó nuevamente aquel 24 de febrero de 1895 en varios lugares del país, respondiendo al ardiente llamado de Martí, y para juntar y unir voluntades a fin de precipitar el estallido revolucionario.

La indómita provincia de Oriente, al frente de toda Cuba, se convirtió en el escenario principal de los hechos y avivó la llama de la guerra hasta la llegada de Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, ocurrida poco después.

Atrás quedaban el desaliento y las divisiones, la angustia de los preparativos y de la espera. De la mano de viejos guerreros, con los cuerpos cubiertos de cicatrices como estrellas de gloria, avanzaban las nuevas generaciones revolucionarias, surgidas de las filas más humildes del pueblo.

A unos y otros los inspiraba un ideal común: el combate y el sacrificio. En las bases del Partido Revolucionario Cubano estaba la democracia de su estructura y organización, y lo extraordinario de su programa avanzado y radical, latinoamericanista y antimperialista. El 24 de febrero les permitió, en otras circunstancias difíciles, medir la labor desarrollada por Martí.

En aquellos instantes decisivos, cuando todo parecía condenarla al fracaso, la Revolución contó con lo único que podía contar: con su obra política y organizativa, con la solidez de un destacamento de vanguardia, con el espíritu indoblegable de aquellos hombres, dispuestos a pelear y a vencer, por encima de todo.

Así, con los machetes y las escasas armas salvadas de la Guerra Grande (1868-1878), el movimiento revolucionario enarboló la bandera de combate. En ella, como el rayo que anticipa la tormenta, había una sola consigna: ¡independiencia o muerte!

Hoy, 130 años después, al contemplar nuestra Revolución, volvemos agradecidos los ojos al pasado y rendimos homenaje a aquellos héroes que nos legaron una hermosa lección de fe, de unidad y de confianza en la victoria.

Aquel grito multiplicado será eterno: ¡VIVA CUBA LIBRE!

Ana Rosa Perdomo Sangermés