Mercedes Matamoros y del Valle: el amor y la patria en sus versos

Mercedes Matamoros y del Valle fue una notable poeta y escritora cubana que sobresalió como creadora de avanzada en el modernismo; sus poemas se enfocan esencialmente en los temas amorosos y patrióticos.
Su obra, desarrollada en una época convulsa, es rica en matices y simbolismo, y se enmarca no solo en el ámbito literario, sino también en el de la reflexión social y cultural.
Nació en la central ciudad de Cienfuegos, el 13 de marzo de 1851, en el seno de una familia de educación privilegiada, pero cuando contaba siete años de edad sufrió la pérdida de su madre y emigró con su padre a La Habana, donde estudió en uno de los colegios de mayor renombre en la época.
El haber estudiado otros idiomas, como inglés, alemán y francés, le permitió traducir textos poéticos de autores como Goethe, Schiller, Longfellow, Chenier, Byron y Moore.
La causa independentista no le fue ajena, como lo demuestra su presencia en el teatro Villanueva, vestida con los colores de la bandera cubana, el 22 de enero de 1869, cuando en ese lugar un grupo de voluntarios españoles (paramilitares) dispararon a mansalva contra los criollos simpatizantes de la independencia de Cuba.
Mercedes Matamoros tuvo el privilegio de contar con la amistad de José Martí, quien en varias ocasiones visitó su casa en La Habana, donde leía en alta voz sus poemas.
De su relación con el Apóstol queda constancia en el poema que le escribiera en 1879, titulado Adiós, el que se considera el más antiguo de un autor cubano en homenaje a Martí, una sentida despedida a su amigo cuando fue deportado por segunda vez a España.
Pronto la nave surcará ligera / El piélago insondable; en la alta noche / Solitario en la proa el desterrado, / Pálido el rostro y húmedos los ojos, / Buscará en lontananza / Los adorados seres que formaron / Su gloria y su esperanza, / Y entre brumas verá desvanecida / La hermosa tierra en que nació a la vida. / Del tierno infante y de la fiel consorte / El recuerdo quizás rompa en su pecho / La última fibra del valor; su frente / Se doblará tal vez; mas nuevamente / Con los primeros rayos de la aurora / Altiva se alzará, si considera / Que si la esposa entristecida llora, / La pobre patria estremecida espera!
Ante la noticia de la muerte del héroe escribió:
Como aullidos feroces de jauría / llega hasta mí la inmensa vocería / de la turba española, que tu muerte / hoy celebra con gritos de alegría. / De espanto llena, con atento oído / escucho ¡ay Dios! La historia infortunada / del águila que ha sido / por famélicos buitres destrozada; / y siente el corazón el dardo agudo / de un profundo pesar, como si viera / hundirse para siempre en negro abismo / al Genio, a la Virtud y al Heroísmo.
La escritora resultó figura destacada en las tertulias, en las veladas del Ateneo, de la Sociedad La Caridad del Cerro y del Liceo de Guanabacoa; donde los más relevantes intelectuales de la época leían sus poesías, entre ellos, Martí.
Desde muy joven, Matamoros y del Valle había demostrado su interés por la literatura. Escribió poemas y ensayos que se enmarcan en del modernismo, un movimiento literario que, aunque internacional, encontró en Cuba una voz singular. A través de sus versos, exploró temas universales como el amor, la muerte, la identidad y el horror de la esclavitud, al tiempo que incorporó elementos de la cultura cubana.
Su poesía se caracteriza por un lenguaje exquisito y una musicalidad que evoca profundas emociones. Su poemario más conocido, Rimas, es un reflejo de su maestría en el uso de la métrica y la rima, entregando al lector una experiencia estética única.
Uno de los aspectos más destacados de su obra es la voz femenina, pues abordó temas que repercuten en la vida de las mujeres de su época, tales como la libertad, la igualdad y la búsqueda de la identidad personal. A través de su literatura, invitó a las mujeres a reconocer su valor y a buscar su camino en un mundo que a menudo les era adverso.
Mercedes Matamoros y del Valle fue una figura clave de la literatura cubana del siglo XIX. Su obra, rica en simbolismo y matices, la sitúa como una de las escritoras más importantes de su tiempo. A través de su poesía, logró no solo capturar la esencia de su época, sino también adentrarse en los problemas intrínsecos de la identidad y la condición femenina, convirtiéndose en una voz imprescindible en el ámbito literario y social.
El sábado 25 de agosto de 1906 aconteció su deceso, víctima del cáncer que hacía ya tiempo la aquejaba. Las honras fúnebres se le tributaron en el Ateneo en La Habana, donde tantas veces se había escuchado su voz. A las nueve de la mañana del lunes 27, su cortejo partió hacia la necrópolis Cristóbal Colón, donde amigos y deudos le dieron el último adiós.
Poemas de Mercedes Matamoros
La muerte del esclavo
Por hambre y sed y hondo pavor rendido,
del monte enmarañado en la espesura,
cayó por fin entre la sombra oscura
el miserable siervo perseguido.
Aún escucha a lo lejos el ladrido
del mastín, olfateando en la llanura,
y hasta en los brazos de la muerte dura
del estallante látigo el chasquido.
Mas de su cuerpo de la masa yerta
no se alzará mi voz conmovedora
para decirle: ―¡Lázaro, despierta!―
¡Atleta del dolor, descansa al cabo!
Que el que vive en la muerte nunca llora,
y más vale morir que ser esclavo.
Aunque triste se va la primavera
Aunque triste se va la primavera
ya perdidas sus rosas y verdor,
siempre vuelve como antes jubilosa,
y con ella sus cantos y su flor.
Pero el alma que ha herido el desengaño
aunque torne a la luz de un nuevo amor,
no conserva su angélica pureza
ni el mismo canto, ni la misma flor.