El Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos y las reflexiones existenciales en el pensamiento martiano

El Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos y las reflexiones existenciales en el pensamiento martiano
Foto: Periódico 26

Cuando Martí inició el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, el 9 de abril de 1895, cavilaban en su fuero interno la realización de la obra soñada, organizada y gestionada en aras de realizar la guerra por medio de la cual Cuba tendría que desligarse del yugo colonial español. Las fundamentaciones al respecto, en una obra de tamaña significación, discurrieron en la pluma del Apóstol en sus diarios de campaña. En el recién mencionado, las figuras, el ambiente, la naturaleza y la subjetividad de un hombre consciente de la importancia del momento nos acercan de lleno a una de las obras más vitales y realizadas en la amplia bibliografía martiana.

La fecha de inicio del diario coincidió con su salida desde Haití, que luego lo llevaría al tormentoso desembarco en Playita de Cajobabo y a la travesía en la manigua, los encontronazos con la naturaleza y las huestes independentistas, y su desenlace final, acaecido el 19 de mayo del mismo año.

Para la investigadora Marta Rosa Ferriol, Martí, meditador y audaz, alegre y confiado, disfrutaba la naturaleza que descubría en la misma medida que admiraba y describía toda la cultura que tipifica al campesino cubano, sus comidas y remedios naturales. El catedrático Manuel Pedro González, a su vez, considera que con este último diario llega a su culminación la prosa martiana en tanto se superan las características renovadas conscientemente y se transforma la forma de su prosa expuesta anteriormente en las crónicas y los discursos.

“Ahora la prosa nutrida en las fuentes más puras del idioma, pero alimentada también en las elaboraciones más recientes de la literatura contemporánea, se vuelve personal e intransferible, se ajusta ceñida, neta, simple, a la expresión desnuda. Esta prosa se adelanta a su tiempo y deja atrás modas pasajeras. No hay ejemplo superior a la prosa martiana en toda la literatura española e hispanoamericana del siglo”, comentan los investigadores Pablo González, Mignelys Sáez y Noelys Marín.

Asimismo, destacan la labor de renovación en las letras hispánicas de la prosa martiana y el papel de la evolución de los medios expresivos y el enriquecimiento del léxico y las formas sintácticas en la consecución de dicha empresa. La adjetivación en este Diario ─señalan─ transciende el mero artificio formal en busca de una auténtica plasticidad del lenguaje, de su máxima capacidad descriptiva y absoluta fidelidad a la expresión de sentimientos:

“(…) en esos apuntes finales; la expresión literaria de Martí se desnuda y aclara, se hace más simple, directa e inmediata. Claro, son como apuntes, pinceladas, acaso meras viñetas que el Apóstol hubiera completado, pero no les hubiese apuntado ese tono vehemente y espontáneo, les hubiera mantenido esa fresca y fragante actitud de desentrañamiento de la realidad insular, ese gozoso, jubiloso irrumpir en una circunstancia largamente añorada, en el ámbito de la patria tan ansiado y querido”.

En un análisis sobre otras aproximaciones al contenido del diario, la poeta, escritora e investigadora Caridad Atencio aborda las reseñas en el escrito sobre los héroes de la Guerra del 68 como valor testimonial en una seña en donde se resalta la oralidad y la carga de la identidad nacional y emotiva transmitida en el diario. También comenta la materialidad del mundo narrado, donde el asunto es la lucha independentista. Responde fielmente a las características de la narración de urgencia, emplea un vocabulario localista, un lenguaje coloquial y mantiene intención de fidelidad con el efecto de oralidad en muchos pasajes, sin perder la raíz ética moralizante.

“El grado de legibilidad del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos es particularmente rico, abarcador y minucioso, y la calidad y variedad de los acercamientos a él dedicados apuntan inobjetablemente a la condición de clásico de la lengua que posee este texto,  la cual  percibimos más claramente cuando se van estudiando y develando sus excelencias estilísticas, que llevan a sus estudiosos a comparar grandes obras de la literatura como La Odisea, La Biblia, las Crónicas medievales españolas o de Indias, o la mitología griega  con el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, y que demuestran, además, cómo esta obra adelanta procedimientos de las técnicas narrativas del siglo XX, o se acerca a modos expresionistas o cubistas del discurso, con el eco de las vanguardias. El particular grado de seducción que posee el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, el cual pudiera tener una de sus causas en la intensidad de la vivencia relatada, con su consiguiente ilusión de transparencia —que no significa que el Diario de Montecristi a Cabo Haitiano no lo posea en modo alguno—, ese carácter imantado, se multiplica sobre sí mismo e ilumina esa primera porción del Diario de campaña. Este Diario escrito en Cuba es tan seductor y está tan bien escrito que los estudiosos, en su mayoría ensayistas y académicos de gran prestigio, aunque traten temas específicos, no pueden sustraerse de señalar esas excelencias y singularidades de estilo, y el misterio que se desprende del texto”.

De igual modo, no pocos han señalado el enfoque anticolonial del Diario y su orientación en contra de lo tropos adscritos a la literatura de viajes pertinente a aquel sistema. Como refiere el investigador Esteban Barboza Núñez: “(…) queda demostrado que tampoco se da una exclusión y un sobre posicionamiento, por parte del narrador, como el rey de todo lo que ve, con un poderoso manto de objetividad y conocimiento académico que lo haga superior en su entorno y lo someta a su canon. Esta característica de la literatura de viajes del discurso colonial es la más desobedecida por Martí, que se siente a sí mismo y en todo momento como parte del espacio que narra, vinculado, inspirado e incluso protegido por este. Sin duda alguna, esta y las anteriores subversiones martianas a un modo de escribir y narrar que era prácticamente incontestable en su época no hacen más que rescatar una vez más el valor y lo revolucionario de sus ideas y de su visión del mundo, y su vigencia en nuestra época, cuando aún persiste una fuerte influencia de este tipo de construcción de espacios y sujetos”.

Y volviendo a Atencio:

“Los ensayos dedicados al Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos también reconocen, de manera general, que este documento constituye un resumen y símbolo de toda su existencia, como metáfora de la vida y sobrevida del héroe, como sumun de toda su obra literaria y emancipatoria, con el perfecto ajuste entre forma y fondo que posee, en tanto principio capital de la poética martiana. A esto contribuye la riqueza lingüística que ostenta y su carácter de documento histórico con singulares valores testimoniales, entre los que se destaca la fundación de la nacionalidad y la identidad cubanas. Tal riqueza también es trasmitida por la epicidad que define a sus retratos, con la cualidad de que Martí es un escritor-personaje que se convierte en metáfora, o lo que es decir, que llega a convertirse, gracias al Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, en fábula, en leyenda”.

Lázaro Hernández Rey