Rafael Marquina: Un Puente Cultural entre España y Cuba

Rafael Marquina fue una figura esencial en el complejo entramado cultural hispano-cubano de la primera mitad del siglo XX. Escritor, periodista, crítico y dramaturgo, encarnó la fusión de tradiciones ibéricas y caribeñas, tejiendo un fecundo diálogo que enriqueció ambas riberas del Atlántico.
Su trayectoria, marcada por el exilio y un firme compromiso con la democratización del arte, lo consolida como un intelectual multifacético, cuya obra trascendió fronteras. Emigró a La Habana en 1935, uniéndose a la diáspora que buscó refugio en América ante la inminente Guerra Civil Española.
Poco después de su llegada a Cuba, se incorporó a la redacción del periódico Información, donde permaneció durante muchos años. En 1940 fue nombrado director del Teatro Biblioteca del Pueblo, el primer teatro ambulante cubano. Allí llevó a escena obras de José Martí, José Antonio Ramos y Pichardo Moya; adaptó el cuento de Enrique Serpa, Contra el deber; y, en colaboración con Félix Lizaso, escribió la pieza Estampas martianas.
Además, colaboró con instituciones como la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y apoyó a jóvenes artistas, actuando como un valioso puente entre generaciones.
Teatro para el pueblo: un proyecto revolucionario
Su labor más emblemática fue, sin duda, la dirección del Teatro Biblioteca del Pueblo, una iniciativa pionera en Cuba que buscaba acercar el teatro y la literatura a las clases populares. En un contexto en el que el acceso a la cultura era privilegio de las élites, Marquina impulsó montajes accesibles, con temáticas sociales relevantes y un lenguaje cercano al público.
Este proyecto no solo democratizó las artes escénicas, sino que también funcionó como un espacio educativo, integrando bibliotecas itinerantes y debates posteriores a las funciones. Bajo su dirección, el teatro se convirtió en una herramienta de reflexión colectiva, abordando temas como la justicia, la identidad y la migración, resonantes en una Cuba en plena efervescencia política y social.
Pluma crítica y periodismo comprometido
Además de su destacada labor teatral, Marquina brilló como colaborador en numerosas publicaciones cubanas y españolas, donde ejerció el periodismo cultural y la crítica literaria. Sus artículos, agudos y provocadores, analizaban la escena local e internacional, prestando especial atención a las tensiones entre tradición y modernidad.
En periódicos y revistas de la época, defendió un arte comprometido con su tiempo, alejado del esteticismo vacío. Su pluma se movió con igual soltura en la crónica costumbrista, el ensayo filosófico y la reseña teatral, siempre con un estilo claro, preciso y pedagógico que reflejaba su vocación de llegar a un público amplio.
Dramaturgia: entre el humor y la denuncia
Como autor teatral, cultivó un repertorio variopinto que combinaba la sátira social con el drama existencial. Sus obras, hoy poco representadas, pero de innegable valor histórico, exploraban la condición humana desde una perspectiva irónica y compasiva. Piezas como La casa de vecindad, ambientada en los conflictos de la vida urbana, o El hombre que volvió, sobre el desarraigo del emigrante, revelan su interés por personajes marginales y su habilidad para transformar anécdotas cotidianas en reflexiones universales. Aunque influenciado por el realismo español, incorporó elementos del criollismo cubano, creando un lenguaje híbrido y dinámico.
Legado cultural y social
Nacido en Barcelona el 24 de agosto de 1887 y fallecido en La Habana el 25 de abril de 1960, Rafael Marquina dejó un legado que hoy se reivindica como parte esencial de la cultura compartida entre España y Cuba. En una época marcada por nacionalismos excluyentes, demostró que la cultura puede ser un territorio de encuentro, donde las raíces se entrelazan sin perder su esencia. Su vida, dedicada a hacer del arte un bien común, sigue inspirando a quienes creen en la potencia transformadora de la palabra y la escena.
Aunque su nombre no figure entre los «grandes» de la literatura cubana, su sutil influencia permeó la formación de un teatro socialmente consciente y una prensa cultural crítica.