La grandeza está en cada madre

La grandeza está en cada madre

Quizás Anna Jarvis nunca imaginó que aquella iniciativa suya de celebrar en una fecha señalada el Día de las Madres iba a tener gran acogida y perdurar por 111 años. Desde su humildad, aquella maestra norteamericana lo concibió como un día de sentimiento, de tributo, a quien ha sido y es el puntal de la familia en todas circunstancias.

Porque su pecho generoso es el escudo final contra el cual se estrellan todos los problemas y tensiones cotidianas; ella no tolera diferencias a la hora de entregar amor, de luchar por los suyos, de mantener la unidad. Y le sobra amor cada día para los que no forman parte de ese núcleo cercano e íntimo.

Todos reconocen en la madre la figura familiar más importante, y lo es. ¡Cuántos desvelos y preocupaciones ha tenido que sortear en su vida, que a veces no ha sido tan larga y saludable como quisiéramos!

A ella van dirigidos todos los pronósticos de vida infinitos, porque no se concibe el hogar sin el cariño y la alegría de la madre. Llamaba José Martí certeramente: «Envuelve a tu madre y mímala, porque es grande honor haber venido de una mujer al mundo».

Tampoco han faltado los cantores y poetas que les dediquen sus versos. Este segundo domingo de mayo en Cuba, y  en otros muchos países, se respira por doquier el espíritu de una nación, acrecentado en millones de hijos que reconocen la entrega de sus madres. Para estas, aumentan las flores, las postales, los más mínimos detalles para que sepan que sus hijos, nietos y la familia toda encierran en un día todo el amor inmenso, que merecidamente debe brindárseles por todo el año.

Las madres cubanas, a su vez, simbolizan la validez, el motivo y la sustancial razón de la Revolución, a nuestra Mariana, la de los Maceo, multiplicada a lo largo de la historia en muchas otras que han enseñado y enseñan a sus hijos, buenos y verdaderos, a «ser fieles a Cuba, como a la madre».

La dimensión universal ante la grandeza de la madre es permanente, por su vocación de sacrificio, constancia y dedicación, que rebasa todos los obstáculos. Sus manos hacen milagros, zurcen el tiempo, lo llenan de bondades, para que sus hijos y la familia toda puedan seguir asumiéndolo. No hay rincón de la casa mayor -la Patria-  que ella no haya tocado con sus hermosas y laboriosas manos, su corazón y su vigilia.

¡Feliz Día de las Madres!

Ana Rosa Perdomo Sangermés