Francisco Covarrubias y el origen del teatro cubano

Francisco Covarrubias y el origen del teatro cubano
Foto: Cubarte

Un día como hoy del año 1850 falleció Francisco Covarrubias, creador del teatro vernáculo cubano e iniciador del costumbrismo en la literatura cubana. Uno de sus improntas más distinguidas fue la introducción de los personajes del campesino y le negro. La estampa, sin embargo, es más amplia, fue el nacimiento del teatro cubano con un carácter reflexivo y amplio, capaz de mirarse a sí mismo desde la retórica y la ironía, como una seña, necesaria y trascendente, en la reafirmación de las competencias y en la inteligencia emocional de una nación.

“A Covarrubias debemos la fundación de un teatro de absoluta ascendencia nacional. Concibió la figura del Negrito, inaugurada probablemente en 1812 (…), personaje negro representado por actores blancos para público blanco, actuando en español o en bozal (el idioma parodiado) y, por supuesto, mostrando el punto de vista de la cultura esclavista (…) Transmutó de entremeses, sainetes, zarzuelas y tonadillas propias del teatro ligero español, personajes que sustituyó por tipos populares (guajiros, monteros, carretoneros, peones, entre otros), quienes encarnaron el choteo y lo populachero, un poco para intentar aproximarse al donaire del ser cubano”, reseña Rine Leal en su Breve historia del teatro cubano.

La integración de diversos géneros y de la música en sus creaciones le permitió nuevas perspectivas en sus creaciones, las cuales fueron determinantes en la consolidación del teatro lírico con raíces criollas. Para la investigadora Laura Mercedes Giraldez, junto a su connotación popular, Covarrubias también desarrolló las capacidades histriónicas de los actores: “La presencia de la música en sus producciones jugó un papel fundamental dentro de la trama, siempre teniendo en cuenta un tono criollo, nacional, que propició que fuese reconocido como uno de los iniciadores del teatro musical cubano. Se cuenta que las canciones utilizadas en las producciones del Padre del Teatro Cubano alcanzaron tal popularidad entre el público, que eran repetidas en calles y pueblos de toda la isla”.

Reconocido como uno de los mejores actores de su época, en Francisco estuvieron unidos la configuración de una popularidad y un matiz criollo. Alejo Carpentier recuerda cómo el caricato habanero fue uno de los responsables principales en la aclimatación y modificación de género en decadencia en España, y cómo construyó elementos vitales para el teatro típico criollo. En su obra La Música en Cuba, el escritor cubano reseña que: “(…) en los precisos momentos en que el sainete y la tonadilla escénica pierden su fuerza y vigencia, nace de una fusión y transformación de ambos, el teatro bufo cubano”.

Esa configuración, subliminal en su concepción, pero raigal en su desarrollo, tuvo en Covarrubias al protagonista de un legado desde la génesis de su obra. Templado por las circunstancias, Francisco murió con 75 años acompañado de la pobreza y el olvido, amigos indeseados de los méritos del aclamado artista a quien el tiempo, asiduo e injusto acompañante de soberanos exégetas de la historia, ha revalorado para colocarlo en su justo lugar.

Lázaro Hernández Rey