Excilia Saldaña, la infancia y la mujer

Excilia Saldaña, la infancia y la mujer
Foto: Cubaperiodistas

Excilia Saldaña, poeta, maestra, cuentista, traductora y académica, legó una obra marcada por las exploraciones sobre la mujer afrocubana y la literatura para niños.

En el encuentro de esas vertientes, acompañadas por sus experiencias personales y el decir cercano y detallado, están las muestras de una generación con matices del Negrismo desde la palabra íntima, redefiniendo, según comenta la investigadora y escritora Emilia Baigorria, la importancia de la mujer negra (de ascendencia afro cubana) en la literatura cubana y su rol en la vanguardia desde ese frente.

“Para mí la literatura es un acto de comunicación, una necesidad de enseñar y aprender. Por eso mucho de cuanto hago está dedicado a los niños. Recuerdo como grandes enseñanzas -aparte de las que recibí en el mundo familiar- lo que leí de niña, incluso estuve buscando durante años al autor de una frase que me impresionó mucho. Creo que los autores que escriben para niños tienen una ventaja y una desventaja. La primera es estar siempre detrás de ellos y la segunda que no recuerdan cómo te llamas”, expresó Excilia en una entrevista.

La noche (1989) es una de sus obras más notables e imperecederas. Sobre ella, comentó Saldaña:

“(…) es poesía total sobre la base del método heurístico, del diálogo socrático. Parte de la exposición para la comprensión. Casi todo está dado a través de dos posibilidades. Una, la rima, la musicalidad, que siempre le interesa al niño, y la otra, el hecho conceptual. Es lo que he tratado de llamar libro circular, lo lees en la infancia y te queda un recuerdo agradable, pero con más experiencia vuelve a decirte otra serie de cosas; en este sentido, el modelo puede ser El Principito. Por lo menos esta ha sido mi intención al escribir para niños y mucha gente dice que en La Noche, se logró eso”.

En tercer tomo de Historia de la literatura cubana (Editorial de Letras Cubanas, 2008), dicho trabajo aparece descrito como una obra de madurez y ruptura, revalorización estética y culminación, mayoría de edad de una generación actuante y como un regalo-sorpresa de la literatura cubana.

Para la investigadora y Dra. en Literatura Hispanoamericana, Deicy G. Jiménez, la obra poética de esta autora cubana representa un aporte importante no solamente a la poesía de interés negrista sino también a la participación de la mujer en la vida literaria cubana. La intimidad presente en sus trabajos y la inclusión de temas vinculados con la raza y el género sitúan su proyección en un movimiento que revive el interés por la experiencia negra en Cuba con un énfasis en la mujer como sujeto creador:

“El análisis de la representación de la mujer negra o mulata en la primera fase del Negrismo muestra cómo los poetas negristas se enfocaron en una representación sexuada de la mujer afrodescendiente. Las voces femeninas de poetas como Saldaña y [Nancy] Morejón, entre otras, responden con una poesía íntima y personal que desvirtúa las imágenes eróticas creadas por sus antecesores. Enmarcada dentro de la estética negrista, la poesía de Excilia Saldaña abre un espacio nuevo para definir la identidad de la mujer afrocubana y logra romper con los conceptos dominantes de ‘raza’, ‘género’ y ‘nación’”.

Jiménez, asimismo, destaca cómo Saldaña rechaza ideas subordinantes de debilidad, subyugación, silencio y falta de control sobre su destino y sexualidad, y cambia la imagen de objeto sexual masculino por una visión de liderazgo femenino, lo cual no solo conlleva al fortalecimiento de la voz literaria de la mujer negra, sino también a la creación de nuevas posibilidades para su legado en la historia y el imaginario nacional, de ahí que el estudio de su poesía constituya una prueba de una nueva etapa en la producción literaria de la mujer afrocubana:

“La poesía de Saldaña se centra en la experiencia de la mujer afrocubana al tiempo que resalta la importancia generacional femenina. Abuela, madre e hija conforman una unidad significativa atemporal. El rol de la mujer se define a través de una complicidad entre generaciones que convierte lo doméstico en un espacio subversivo. Dentro del poder patriarcal, esta alianza femenina logra encontrar un nuevo nombre, una nueva identidad. La poeta invierte las imágenes estereotípicas de la mujer afrocubana a través de una poesía cargada de subjetividad y autorreflexión”.

Dicha faceta, manifiesta en poemarios como Mi nombre: antielegía familiar (1991) y en poemas como “Monólogo de la esposa”, dan cuenta de una autora que exploró los límites de universo personal, el conjunto representativo de su intimidad y las relaciones de ambos con el mundo que le tocó vivir con el fin de evidenciar, una vez más, el poder de la subjetividad para aprehender y llenar de significados a la realidad, por más rigurosa que esta sea.

Lázaro Hernández Rey