Constitución de Jimaguayú, genuina declaración de principios
Como una cardinal declaración de principios se reconoce aquella Constitución de Jimaguayú, aprobada el 16 de septiembre de 1895 en la localidad del mismo nombre en la provincia de Camagüey, lugar escogido por el Generalísimo Máximo Gómez pues allí 22 años antes, en 1873, cayó por la libertad de Cuba el Mayor General Ignacio Agramonte.
Un paso de avance significativo fue que este magno documento de la República de Cuba en Armas dejó claro que solo habría tratos con España sobre la base exclusiva de la independencia absoluta de Cuba. Al respecto, decía el artículo 13: “El tratado de paz con España que ha de tener precisamente por base la Independencia absoluta de la Isla de Cuba…”.
En el mismo quedaba patentizado en forma jurídica el movimiento del mambisado por la libertad de su nación y su principio fundamental en aquel contexto histórico fue la intención de concluir con las contradicciones entre militares y civiles que había dejado inconclusa la anterior Constitución de Guáimaro (1869), cuando depositó en la Cámara de Representantes toda la autoridad.
Se establecía desde aquel momento un gobierno centralizado -como la anterior de Guáimaro-, con la diferencia de que esta unía los poderes legislativo y ejecutivo. Luego de refrendado en el mismo, dictaminó las cuestiones orientadas a la vida civil y la política de la Revolución, rectorando la campaña emancipadora.

Y en su contenido se establecía que sólo el Consejo de Gobierno intervendría en la dirección de las operaciones militares cuando fuera absolutamente necesario a los fines políticos, dejando creadas así las normas jurídicas para el desarrollo de la contienda frente al colonialismo español.
Esta Carta Magna tuvo una vigencia de solo dos años, pues según se recogió en su propio Artículo 24, concluido ese período, y si la guerra no terminaba antes, se convocaría otra vez a la Asamblea de Representantes que podría modificar la Constitución y proceder a la elección de un nuevo Consejo de Gobierno y a la censura del saliente.
En la Asamblea quedó designado Salvador Cisneros Betancourt como presidente del Consejo de Gobierno, se aprobó a Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador y a Antonio Maceo como su Lugarteniente.
Sin embargo, el nuevo orden constitucional no reflejaría la visión antiimperialista de José Martí –que había caído en combate cuatro meses antes- y el papel de la futura república independiente frente a la voracidad del naciente imperialismo estadounidense, que ya se extendía por las tierras de América.
Hace 130 años, con la Asamblea Constituyente y la aprobación de la Constitución de Jimaguayú se daban los pasos necesarios para institucionalizar la Revolución en marcha desde el 24 de febrero de 1895. Con la presencia de todos los grupos en armas, se afianzaba la unidad de los revolucionarios en la lucha por la independencia de Cuba.

