La Unesco en su aniversario 80
Hay celebraciones que motivan y movilizan a muchos, sobre todo si se trata de agradecer la obra realizada en bien de la humanidad.
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) fue fundada hace hoy 80 años con el noble propósito de mejorar la calidad de vida de las personas y promover la paz a través de la cooperación internacional.
Su surgimiento una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial en 1945 tuvo inicialmente como fin restablecer los sistemas educativos en los países afectados por el conflicto bélico -marcado por la violencia racista y antisemita- y que no contaban con recursos para destinarlos a esas materias.
Con el transcurso de los años, la Unesco ha incrementado su labor en función de crear condiciones propicias para un diálogo entre las civilizaciones, las culturas y los pueblos, basado en el respeto de los valores comunes.
Cuba ha mantenido por décadas un fructífero intercambio con este organismo internacional, de ahí las variadas actividades organizadas en estos días para la celebración de este aniversario.
Esas relaciones han sido reconocidas de forma permanente, de manera esencial en el empeño de las prioridades, como la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, los programas de cultura de paz y de transformaciones sociales, el papel de las ciudades en el impulso a los objetivos de desarrollo sostenible, y la defensa de los derechos culturales y sociales de los ciudadanos.
A propósito del aniversario 506 de La Habana, -a modo de homenaje-, se recuerda que en el ámbito cultural, Cuba se enorgullece de poder contar con nueve de sus sitios inscritos por la Unesco en la Lista del Patrimonio Mundial, dentro de los que destaca la Habana Vieja y su sistema de fortificaciones.
La Unesco, en sus ocho décadas, además de impulsar la educación popular y la difusión de la cultura, ha facilitado la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen, el fomento del ideal de la igualdad de posibilidades de educación para todos a través de métodos educativos adecuados para preparar a los niños del mundo y a la difusión del saber, velando por la conservación y la protección del patrimonio universal de libros, obras de arte y monumentos de interés histórico o científico.
Arduo trabajo en el que las naciones no marchan a la par, muchas veces por la falta de voluntad política de sus gobiernos, pero la Unesco no desiste en el empeño de impulsar mejores resultados.
Merece destaque especial el Proyecto Transcultural Cuba, Caribe y Unión Europea, que pretende erigirse como un polo regional para la formación cultural y el trabajo desarrollado para la preservación del patrimonio documental mediante el Programa Memoria del Mundo.
En el caso del mayor archipiélago de las Antillas existe una plena coincidencia con los valores y principios fundacionales de la Unesco, con el amplio programa de transformaciones sociales, culturales y educativas emprendidas por la Revolución y desarrolladas durante casi 67 años.
Los lazos con esta organización especializada de la ONU se fortalecen cada día. ¡Muchas felicidades!

