La creatividad en el arte musical I. El filin en la canción y el bolero
El término creatividad y la necesidad de ser creativos siempre motiva a cultores del arte en diferentes manifestaciones.
Invitamos a pensar en un movimiento creativo que en los años 40 del pasado siglo XX renovó maneras de hacer en la música popular cubana. Nos referimos al feeling; sí, al sentimiento. En otras oportunidades lo hemos evocado; pero especialmente esta convocatoria privilegia su sentido de cubanía en la canción y el bolero y cómo se extendió rápidamente hacia América Latina, sobre todo a México y Puerto Rico.
Al ser creativos valiosos compositores renovaron los parámetros de la cancionística. Descuellan en este sentido César Portillo de la Luz y su inolvidable título Contigo en la distancia, y José Antonio Méndez con La gloria eres tú. Sus aportes textuales, armónicos y melódicos y los de otros integrantes del movimiento feeling trascienden a los repertorios de orquestas sinfónicas, de música popular ligera y grupos de jazz.
Quizás poco se reflexiona o no en su justa dimensión en la valía estética y artística de ese acervo extendido de manera amplia, diversa, enriquecedora.
Escucharlo con detenimiento permite valorar la semántica, lo que se dice en las canciones y la sintaxis, las estructuras armónicas y melódicas de piezas emblemáticas llevadas a instrumentales en Cuba y otros países.
De ningún modo pertenecen el pasado. Los clásicos tienen una estable permanencia en la cultura cubana. Tienen que ser recordados y conocidos por la juventud.
Pensamos la creatividad de los miembros del movimiento filin. Textos y músicas cultivadas por ellos son resignificados en el siglo XXI. No sólo en repertorios de cantantes; también los asumen agrupaciones de diferentes formatos donde están presentes lo clásico y lo popular.
Sin duda, la creatividad lideró en el ámbito musical durante los años 40. Es imposible olvidar otros aportes sustanciales. El danzón de nuevo ritmo de Antonio Arcaño y su orquesta; la relevancia del virtuoso Arsenio Rodríguez, creador de un formato para los conjuntos soneros, y más tarde llegó el mambo del genial Dámaso Pérez Prado.
Reconocer y redescubrir novedades motiva a seguir pensando en cómo la creatividad reinó en el quehacer de otros músicos.

