Acerca de la telenovela cubana Viceversa

El fenómeno social que representa una telenovela tiene amplia trascendencia en las audiencias. Y si la obra es cubana siempre hay mucho por decir. Así ocurre con Viceversa, telenovela de 80 capítulos transmitida por Cubavisión.
Los guionistas Amílcar Salatti, Yoel Infante y Claudia Figueroa retomaron temas tratados frecuentemente en el audiovisual. De manera particular abordaron un conflicto muy sensible: la violación.
La estructura se planteó una trama central y varias acciones subordinadas -mal llamadas subtramas-, sobre la base de resolverlas en tiempos determinados. Este es un precepto del género telenovela. Hacer cambios programados cada tres capítulos. Existen normas, códigos, maneras de hacer en el aspecto dramatúrgico, que corresponden al desarrollo de narrativas específicas. No atenderlo influyó en el alargamiento excesivo del conflicto violación por parte del personaje de Pedro a dos mujeres de diferentes características: Susana y Mónica. En Viceversa las categorías de lo trágico constituyeron redundancias excesivas. Reflexionemos: ¿fueron reconfortantes o educadoras?
En el guion lideraron incomprensiones, enfrentamientos, recomposiciones de parejas, diferencias sexuales máscaras, silencios. Hubo intenciones de mantener en antípodas productos morbosos que pasan de manos en manos. Pero, varios capítulos fueron poco verosímiles en escenas desajustadas de acuerdo al concepto del género dramático elegido. La telenovela es un género donde ser y decir son una misma cosa.
Coincidieron actores y actrices consagradas y jóvenes en un espectáculo que careció de equilibrio en este sentido. Aunque brillaron algunas figuras, entre ellas Miriam Alameda y Oneida Hernández. Sin dudas, constituye un desafío representar en acciones y visualidades presupuestos estéticos y conceptuales.
Loisys Inclán, directora general de Viceversa, insistió junto al sistema de producción en acentuar la riqueza de locaciones, bellezas naturales, especificidades espeleológicas, y un sinfín de asuntos por decir.
De alguna manera se olvidó en Viceversa que las formas de concebir temas, conflictos, contextos forman parte de los contenidos; también incluyen el valor de la música. Esta debe ser pensada dramatúrgicamente. De ningún modo puede prevalecer alta sobre la escena. Su elocuencia, el tratamiento sonoridades e instrumentos responde a las acciones dramáticas en palabras, entonaciones, ritmos del discurso y gestos.
Cada detalle influye en el resultado artístico de narrativas ficcionales y de otros tipos. Es preciso privilegiar proyectos novedosos, valores universales y jerarquías artísticas. Exigen estos propósitos transformar condiciones y expectativas en el escenario mediático. Ningún decreto basta para estimular los aportes creativos. Esta telenovela y otras producciones propiciarán mantener los oídos atentos a las voces y las alertas del otro ser humano. La vida es compleja, recrearla en el audiovisual debe repercutir en nuestras conductas con la humildad de aprender a vivir todos los días.
Tampoco le pedíamos al arte que sean tratados antropológicos o de otro tipo. Aspiremos al gozo de la pregunta necesaria, del sugerente bocadillo, de la excelencia en la actuación. Todos los elementos estarán condicionados por el buen guion y una inteligente y creativa realización audiovisual. Pensemos en esto.