Alejandro García Caturla y la vuelta a las raíces

Alejandro García Caturla y la vuelta a las raíces
Foto: Habana Radio

En su corta pero intensa existencia Alejandro García Caturla fue uno de los primeros compositores en iniciar la sinfonía moderna en Cuba, junto a Amadeo Roldán. El alumno de Nadia Boulanger y Pedro Sanjuán provenía de Remedios, en las Villas. Ejerció de abogado y juez, labor desempeñada con toda la entereza que le caracterizó y producto de la cual encontraría su prematura muerte. No obstante, Alejandro tuvo una impronta diversa marcada por la constancia en su trabajo, a raíz del cual estableció sociedades musicales y orquestas en varias provincias.

El grueso de su producción establecida en un período de poco más de una década, se granjeó un lugar en la posteridad mediante la introducción de temas y ritmos afrocubanos al formato orquestal. Dicho suceso, inaugurado por él y continuado por otros, no se limitó a tratar las referencias y conceptos pintorescos o estereotipos básicos de las raíces africanas en la cultura cubana. El trabajo de Caturla, por mérito propio, abordó la temática sin entregar un ápice a las lecturas vagas o medianamente referenciales. A raíz de ello su exploración, nacida del rencuentro con un continente significativo de la identidad nacional, no fue solo demostrando la trascendencia de su alcance, sino también la profundidad de sus manifestaciones y la extensión de estas en las más disímiles ventanas expresivas de la vida nacional al mezclarlas con los postulados de las vanguardias europeas.

La asunción de los ritmos afrocubanos en su obra aparece mezclada con técnicas de composición modernas en las cuales se ofrece un recorrido por la estela de grandes maestros para concretar, de forma original y natural, un sinfonismo pintoresco caracterizado por un sentido novedoso del ritmo, el color y la armonía.

Esa confirmación, llevada por entonces al ámbito orquestal, nunca fue exótica, anecdótica o pasajera. La historia se ha encargado de poner ese recorrido en su merecido lugar, en especial por las valoraciones con las que acertadamente las han situado sus contemporáneos y las sucesivas generaciones.

En su catálogo hay trabajos para piano, violín formatos vocales, conjuntos de cámara, banda, órgano oriental, saxofón, música para teatro y violonchelo. Al calor de esa versatilidad compositiva están piezas como Tres danzas cubanas, La rumba, Obertura cubana, Berceuse para dormir a un negrito, Tres preludios y Berceuse campesina. Todas ellas, según Carpentier, estuvieron asentadas en los esfuerzos por hallar una síntesis de todos los géneros musicales de la Isla, dentro de una expresión propia.

El homenaje a Caturla, a su ingenio y maestría versa no solo del recuerdo a su legado. Incluye también la memoria de un ser humano que marcó una impronta allende al tiempo, con su amplitud de miras y su visión desprejuiciada.

Lázaro Hernández Rey