Ballet Español de Cuba y la tradición de la danza ibérica

Ballet Español de Cuba y la tradición de la danza ibérica
La Casa Alba del maestro Eduardo Veitía. Foto: Granma

Hace 36 años se fundó el Ballet Español de Cuba (BEC). Por aquel entonces no tenía ese nombre ni la relevancia que alcanzaría después, pero quienes intervinieron en su creación dieron los pasos necesarios para llevar esa institución a la cúspide del arte danzario representado en ella.

Con la iniciativa de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, el debate y la necesidad de rescatar la presencia española en la nación de las Antillas, tuvo un impulso significativo. En visita al X Festival de Ballet de La Habana, la primera figura del Liceo de Barcelona, Trini Borrul, accedió a entrenar algunos bailarines del Ballet Nacional a petición de la gran coreógrafa y ballerina.

Oficializado en 1988, el Conjunto de Danzas Españolas del Gran Teatro de La Habana tuvo un núcleo pequeño, seleccionado por figuras como Mirta Plá, Salvador Fernández y Hugo Marcos, y ofreció presentaciones en varios espacios.

Los años sucesivos vieron el desarrollo y la consolidación de una propuesta sustentada en la entrega y el amor de sus representantes. A día de hoy, ambos sentimientos perviven en quienes se formaron allí, en aquellos que atestiguaron el trabajo formativo y en quienes disfrutaron de las presentaciones.

Esas emociones también las comparte el director general y artístico de esa entidad, el maestro Eduardo Veitía, quien en 1994 creó la primera academia de la danza española en Cuba para afrontar proyectos de mayor complejidad y rigor técnico.

Con el fin de aumentar su propuesta, la compañía se llamó Ballet Español de La Habana y a fines del 2000 asumió el nombre que ostenta actualmente.

El acompañamiento, la formación y el impulso a los jóvenes talentos constituye uno de los pilares del BEC. Cuando en el 2004 se integró la unidad artística docente de ese centro como módulo de danzas españolas de la ENA (Escuela Nacional de Arte), se complementaba de manera oficial el repertorio de los estudiantes, quienes enfrentan un currículo exigente con materias vinculadas a la escolaridad (hasta el décimosegundo grado) y la especialidad, en vista de su futura incorporación al conjunto.

El papel rector de esta institución en la escuela de la danza española en Cuba aparece justificado no solo por la impronta marcada por las colaboraciones de figuras como Emilio Sagi, Manolo Martín, María Juncal, Eva la Hierbabuena, Victoria Eugenia, Goyo Montero y Antonio Falcón.

También existe un rol detallado y exhaustivo para abordar la danza y los cantos tradicionales con respeto, a lo cual se añade, la maestría y el conocimiento desplegados por sus miembros, y el trabajo investigativo de la técnica y la coreografía reflejado en sus presentaciones.

En dicha comunión se tratan estilos como el flamenco, la escuela bolera y las danzas regionales y estilizadas, los cuales se desarrollan en piezas del repertorio como La casa Alba, Aquel brujo amor, La vida breve y La Habana valdés. Primeros bailarines como Leslie Ung Torrens, Graciela Santana y Daniel Martínez constituyen una muestra de la hornada de exponentes nacidos al calor de esta compañía que, entre otras distinciones, obtuvo el segundo lugar en el I Certamen Internacional de Coreografías de Danza Española y Flamenco, y fue distinguida por el Ministerio de Cultura y el Consejo de las Artes Escénicas.

Aquel amor brujo. Foto tomada del portal Cubarte
La magia de los estilos. Foto tomada de Cubadebate

Lázaro Hernández Rey