Ballet Nacional de Cuba de nuevo en Cayo Santa María
El Ballet Nacional de Cuba (BNC), que dirige la Primera bailarina Viengsay Valdés, ofreció la primera de tres funciones (4, 5 y 6 de agosto) en el teatro del hotel Iberostar Selection Ensenachos, de Cayo Santa María.
El programa dio inicio con selecciones del segundo acto de Cascanueces, según la versión concebida por Alicia Alonso en 1998 para el BNC: la “Danza árabe”, en la que debutó Nadila Estrada, acompañada por Ixán Ferrer y Yotuel Méndez, tres de los novísimos y más talentosos bailarines con que cuenta hoy la agrupación cubana; la “Danza rusa”, con Ernesto Acevedo, Dairon Darias y el debut de Marcos Damián, otro de los prometedores jóvenes que recientemente se incorporaron a la compañía; el célebre “Vals de las flores”, con Laura Kamila y la debutante Alianed Moreno como las solistas, y el Grand pas de deux que bailan el Hada garapiñada y su caballero, uno de los momentos emblemáticos del clasicismo danzario, con los primeros bailarines Grettel Morejón y Yankiel Vázquez como el Hada garapiñada y su caballero, respectivamente.
Luego se presentó Didenoi, trío coreografiado por la española Maruxa Salas en 2004 (está festejando el 20º aniversario de su estreno) y que ese mismo año obtuvo “Mención” en el IV Concurso Iberoamericano de Coreografía. Una obra que, al decir de su creadora, habla “de los encuentros y desencuentros, el desamor, el dolor”, pero también hace referencia a “darse la oportunidad de resurgir, y de comenzar, de ilusionarse…”.
Interpretado por Paloma Blanco, José Ángel González y Ángel Rojas, este ballet, cuyo título es un juego con la frase “de día y de noche” (en gallego, lengua natal de la coreógrafa, sería “de día e de noite”), utiliza como música dos fados: “Garça Perdida” (música de Leonardo Amuedo y letra de João Mendonça) y “Porto de Mágoas” (música de Dulce Pontes y Leonardo Amuedo y letra de Dulce Pontes), en la voz de la gran cantante portuguesa Dulce Pontes.
A continuación, se presentaron los ballets Muto, un solo de Alberto Méndez con música de Edvard Grieg (“En la gruta del rey de la montaña”, fragmento de la música incidental que el célebre compositor y pianista noruego creó para el drama “Peer-Gynt”, de Henrik Ibsen), con Roque Salvador; Imago (antes llamado Dueto), con coreografía y vestuario de Ely Regina Hernández y música de P. Frenklenda, con Estefanía Hernández y Jorge Guerra, que se estrenó en esta obra, y el Grand adagio del segundo acto de El lago de los cisnes, de Piotr Ilich Chaikovsky, en versión coreográfica de Alicia Alonso, sobre la original de Lev Ivánov, con Ányelo Montero como el príncipe Siegfried y Gabriela Druyet como Odette, la reina de los cisnes, que realizó su debut profesional en este fragmento que, de alguna manera, resume la técnica, el estilo y los modos expresivos del ballet clásico.
El programa finalizó con Dionaea, en la interpretación de Sadaise Arencibia y el cuerpo de baile femenino en el papel titular y Luis Fernández, Ángel Rojas y el debutante Bertho Rivero como las presas.
Con coreografía de Gustavo Herrera, música de Heitor Villa-Lobos (selecciones de Floresta do Amazonas —La selva amazónica—, obra para soprano solista, coro masculino y orquesta), y diseños originales de Ricardo Reymena, Dionaea se estrenó el 3 de noviembre de 1984, durante el 9º Festival Internacional de Ballet de La Habana. Este año, por tanto, festeja el aniversario 40 de su estreno mundial.
Impactante visualmente, de gran plasticidad y belleza, Dionaea recrea, desde una óptica simbólica y metafórica, el mundo de esa curiosa planta carnívora que aprisiona a los insectos que en ella se posan y los digiere como principal fuente de alimentación. La solista, como un pétalo viviente, se separa de la unidad que constituye un nutrido cuerpo de baile femenino —en esta oportunidad, dieciséis bailarinas—, y danza su poder de atracción. La flor se abre y se cierra a voluntad de su onírico apetito. En la función del domingo 4 de agosto, este ballet propició el debut profesional de Amelia Aguiar y Agnes Levav, dos jóvenes que tras culminar sus estudios en la Escuela Nacional de Ballet se incorporaron a la compañía.
Sin dudas, se trata de una de las obras más notables del repertorio del BNC, que lo ha bailado, siempre con gran éxito de público y crítica, en muchos escenarios de Cuba y del mundo, de entre ellos el Memorial de América Latina, en São Paulo, donde la compañía lo presentó en la inauguración del teatro de ese conjunto arquitectónico —obra del famoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer—, los días 18, 19, 20, 21 y 22 de marzo de 1989.
Curiosamente, la primera bailarina Sadaise Arencibia, protagonista de las tres representaciones de la obra en Cayo Santa María —los días 27 y 28 de julio la interpretó también en el Teatro Melico Salazar, de Costa Rica— festeja este año el aniversario 25 de su debut en el papel protagonista de este ballet, en el que debutó apenas cinco meses después de su incorporación al BNC, el 9 de diciembre de 1999, en el Teatro La Caridad, de Santa Clara.
Escrito y fotos: Ahmed Piñeiro Fernández / Ballet Nacional de Cuba