Calendario y su tercera temporada

Calendario y su tercera temporada

¿Qué nos dirán los personajes en la tercera temporada de la serie cubana Calendario? ¿Se abordarán nuevos conflictos relacionados con los jóvenes en contextos diferentes? Estas, entre otras interrogantes, despertaron previamente el interés de los públicos interesados en las dos anteriores temporadas de la esperada puesta televisual. Hoy, en este segmento pensamos juntos sobre la tercera temporada de Calendario, recientemente transmitida por el Canal Cubavisión.

El diseño dramatúrgico de Amilcar Salatti y la dirección general de Magda González Grau socializaron asuntos duros, difíciles, complejos, pues removieron la dimensión del alma y las razones del pensamiento.

Analicemos desde juicios críticos, los sentidos de pecados que nunca encuentran el perdón como la pedofilia, la emigración, las diferencias sexuales, los prejuicios homofóbicos, las violencias exacerbadas, el arrepentimiento, las ausencias y la necesidad del amor. Los planteamientos de unos y otros conflictos señalaron, en primera instancia, que el arte nos enseña a aguzar los sentidos. La trama central sobre la escuela y las maestras Amalia (Clarita García) y Martha (Mayra Mazorra) propició el desarrollo de diferentes puntos de vista en acciones subordinadas -por lo general mal llamadas subtramas- que provocaron cambios en situaciones, en acciones dramáticas y en la manera de resolver los 14 capítulos de la serie.

La necesidad del diálogo y la urgencia de la confrontación enaltecen al ser humano en cualquier lugar del planeta, propician consensuar, disentir o acordar.  Pero, ciertamente, fue desmesurado el intento de abarcar tantos mundos diferentes. Y, en consecuencia, quedaron aristas en el tintero. La valentía y la honestidad intelectual hicieron reflexionar sobre nosotros mismos. Y este es un sabio precepto bien administrado en la tercera temporada de Calendario.

¿Quedó algo por decir? ¿En lo expresado hubo ideas implícitas que compulsaban fuerzas persuasivas?

El hecho de repasar lo visto y lo interiorizado incita a meditar sobre las relaciones entre padres e hijos, la incomprensión de determinadas orientaciones sexuales, la discrepancia entre maneras de ver la vida, los desafíos que impone tratar, comprender, formar a jóvenes y adolescentes. Unas, otras problemáticas tienen amplias connotaciones sociales y duraderas en la conciencia. Cada personaje generó afinidades y rechazos disímiles en espectadores de diferentes edades. Y en esta relación influyó, sin duda, las actuaciones de primeros actores y actrices y de jóvenes intérpretes interesados en defender su realidad propia, su fantasía, su moral.

¿Es lo que hacemos de manera cotidiana, quizás sin ser totalmente conscientes de una mezcla inusitada de géneros dramáticos en nuestra vida? Lo patentizaron en la serie Calendario las concepciones de las músicas originales de Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán. Fueron pensadas y diseñadas para los diferentes conflictos de la puesta, pero no desde la mirada impresionista, sino a partir del análisis y la argumentación para comprender el todo, las partes y viceversa de un relato altamente provocador de ángeles y demonios.

Calendario hizo meditar. La construcción de lo real desde dimensiones verdaderas, auténticas, motivadoras exigió, ante todo, una investigación en profundidad que en gran medida dictó las rutas a seguir en la narrativa ficcional. Pensemos en esto. Y que sirva de motivación para futuras historias. Hay tanto que contar y por contar. Hacerlo sin excesos, creativamente, siempre será un aporte al arte de notable influencia en la conciencia y en el alma.

Sahily Tabares Hernández

Dra. en Ciencias sobre Arte, periodista cultural y profesora‍ de la Universidad de La Habana.