De fiesta el Jardín Japonés del Botánico Nacional

De fiesta el Jardín Japonés del Botánico Nacional
Foto: Enrique González / Cubadebate.

Como lo soñó y deseó el Comandante en Jefe Fidel Castro, el Jardín Japonés del Botánico Nacional luce hoy todo su esplendor. Hace 35 años, el 26 de octubre de 1989, dejaba inaugurada esa maravilla paisajística con estas palabras: “Este jardín será cada vez más bello, este Botánico será también cada vez más hermoso”.

A ese empeño se sumaron cientos de saberes y de manos laboriosas, que hoy nos regalan una obra natural cuidada y con una diversidad envidiable de las especies vegetales, conservada para orgullo del país, y como fuente permanente de investigación y transformación.

Dentro de la impactante naturaleza que conforma la zona fitogeográfica de Asia del Sur Oriental -que cuenta con cinco hectáreas dentro del Jardín Botánico Nacional- cientos de visitantes, preferiblemente niños y jóvenes, se sienten atraídos por ese Jardín Japonés de ensueño, enclavado en las áreas que bordean la capital cubana, para admirar de cerca y sentir el aroma de las plantas propias de esa región asiática, tal como lo concibió su creador, el arquitecto japonés Yoshikuni Araki.

Resulta mágico caminar por ese lugar, también conocido como Jardín de los Paseos, acercarse a la cascada, al lago artificial, al mirador y a los tres pabellones, transportando el pensamiento en el tiempo y la distancia hacia aquella tierra lejana.

Foto: Portal CUBA.CU

Allí se pueden encontrar, como parte de la exuberante vegetación, otras especies que por su floración y color se asemejan al entorno. No faltan el bambú, las esculturas de piedra, como el tazón que invita a limpiar las manos y la linterna que tanta significación atesora en la cultura japonesa, así como las que reproducen las tradicionales pagodas budistas. Indiscutiblemente, una gran obra de amor, fruto de la amistad entre los dos países.

Y todo ello enclavado en el centro de una colosal obra mayor creada también por Fidel hace 56 años, el Jardín Botánico Nacional de Cuba, donde con el auspicio de la Universidad de La Habana se promueve cada día, con su labor educativa, el conocimiento de plantas vivas de nuestra flora autóctona, con más de 600 especies, en medio de los esfuerzos científicos, conservacionistas y recreativos que conforman sus fines.

Dentro lo autóctono; podemos disfrutar de las sabanas de júcaros y palmas -en especial la palma real- , de los pinares como único tipo de bosques de coníferas en Cuba, la vegetación sobre serpentina, de mogotes y de manigua costera, los invernaderos de cactus y flores tropicales del Caribe y América; también de la flora de otras zonas del mundo, incluidas África, Australia y Oceanía.

La belleza de las plantas acuáticas y las colecciones con propósitos ornamentales son el complemento feliz para una visita al Jardín, además de sus ofertas gastronómicas vegetarianas, a partir de las cosechas del propio sitio, a tono con el entorno ecológico.

Y no dejar de hacer referencia al importante y llamativo Bosque Martiano, que muestra especies mencionadas por José Martí en su Diario de Campaña, entre abril y mayo de 1895; aquellas que llamaron su atención durante su trayecto de Playitas de Cajobabo a Dos Ríos. Aparecen identificadas y con breve reseña de los expresado por el Héroe Nacional sobre ellas.

Más de 130 aves anidan en ese entorno, de natural y extraordinaria belleza, aguardando por los visitantes para ser admiradas, precisamente allí donde se cultivan también decenas de miles de árboles que integran el programa de reforestación de la capital cubana.

Ana Rosa Perdomo Sangermés