De la telenovela cubana Asuntos pendientes

La telenovela cubana Asuntos pendientes, con códigos propios del género, colocó en la mira problemáticas de profundas connotaciones social y humana, entre ellas las violencias física, sexual y psicológica.
¿Por qué recordaremos la integridad de Rebeca, la defensa del amor por parte de Adriana y las transformaciones que sufrió Patricia cuando decidió cambiar su vida?
Con argumento y guion de Yamila Suárez, codirección de la primera actriz Tamara Castellanos y dirección general de Felo Ruiz, la puesta expuso en el desarrollo de la dramaturgia un elemento esencial: la violencia no se define por el espacio físico donde ocurre, sino por las relaciones de poder y la naturaleza de los vínculos entre las víctimas y sus agresores.
Las familias lideraron en una trama, que sacó a la luz diversidad de actitudes, conflictos complejos y sentimientos arraigados en el ser y el acontecer de las personas debido al fuerte arraigo del derecho patriarcal en varias generaciones.
Aunque la telenovela Asuntos pendientes no devino un tratado sociológico ni psicológico -tampoco debía serlo-, en términos de lenguaje, producción y consumo cultural, acudió a géneros, entre ellos el melodrama, y la tragedia, que cohesionan las leyes formales de la estructura dramática.
Las estrategias de una narrativa orientada a meditar sobre mitos, verdades a medias, maltratos y prácticas de dominación, tuvo sólidos ejes en el orgánico desempeño de Yía Camaño en su Rebeca, la Patricia concebida por Belisa Cruz y la magistral Adriana de Flora Borrego.
No siempre los más jóvenes actores fueron convincentes, verosímiles. Ocurrió con el Bruno de Andro Díaz. También hubo conflictos de maquillaje y de sonido, que afectaron la escucha y la visualidad de algunas escenas en la puesta televisual.
Contradicciones, normas de conducta y filosofías sobre la existencia marcaron múltiples situaciones de alta sensibilidad durante los 80 capítulos de una ficción, en la que coincidieron la solidaridad familiar, el castigo ético y moral, y el feudo patriarcal.
En diferentes contextos se alertó: la cultura de la equidad de género todavía no es una batalla ganada definitivamente.
Lo cierto es que nos hizo pensar, incluso tarareamos bajito la rumba recreada por Teresa Yanet: Canto para empezar de nuevo y despegar mi propio vuelo.
Unos y otros son motivos suficientes para incorporar aprendizajes emanados de la telenovela Asuntos pendientes. Pensemos en ellos.