El ejemplo de Mella incita a juntar y vencer

El ejemplo de Mella incita a juntar y vencer

Julio Antonio Mella (1903-1929) califica -por su condición de fundador y líder- entre esos jóvenes que trazan, a manera de brújula, el rumbo de su tiempo presente y anuncian el tiempo por venir. Su corta vida la dedicó por entero a fundar y a juntar voluntades para combatir los males de su Patria y del continente americano.

Su pensamiento profundo penetró la realidad cubana de su época y medular fue su interpretación de los hechos y fenómenos de los pueblos explotados de América. Poseía Mella esa inusual virtud de poder abarcar los problemas a partir de una visión totalizadora, que no solo apuntaba a lo externo de los acontecimientos, sino también a sus causas, desarrollo y consecuencias.

Eso quizás explica la velocidad con que solidificó su madurez política, ya vislumbrada tempranamente en el transcurso de su vida universitaria y culminada poco después en el fecundo quehacer de dirigente de talla continental en que se transformó.

Convencido de la insoslayable urgencia de reanudar la lucha, si se pretendía remover de raíz la caduca estructura neocolonial que asfixiaba a Cuba, tomó en sus manos la bandera de 1868 y 1895, y se sumergió por entero en la acción.

Primero, como dirigente estudiantil, aglutinando a las masas a partir de la poderosa fuerza de sus palabras y de su ejemplo, con la reforma universitaria, la creación de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), la celebración por iniciativa suya del Primer Congreso Nacional de Estudiantes y la inauguración de la Universidad Popular José Martí; todo en aras de una enseñanza impulsora de la liberación nacional y social de sus compatriotas, una docencia sustentada en la concepción marxista de los hechos sociales y el logro de una universidad unida a los objetivos de la clase obrera.

A partir de ese minuto decisivo, Mella se dedicó a estrechar los vínculos con los trabajadores, en los sindicatos obreros y centros laborales, trabajando incansablemente por elevar su conciencia e ideología. Actuó como un infatigable organizador y, junto a Carlos Baliño, fundó el primer partido marxista leninista de Cuba, de cuyo Comité Central llegó a ser miembro, y constituyó la sección cubana de la Liga Antimperialista de las Américas, de la cual más tarde sería elegido su secretario general.

Para lograr sus fines y objetivos, el destacado líder se valió de la arenga, la polémica, el folleto o el artículo periodístico. Se propuso sumar a las filas a todos aquellos que se sintieran capaces de reaccionar frente a la injusticia circundante. Porque valoró siempre la importancia de la lucha, defendió la necesidad de la acción.

Ya Julio Antonio Mella entonces se había convertido en un legítimo conductor de las masas, en quienes éstas se reconocían e identificaban. Después vendría su injusta encarcelación, la huelga de hambre. Así declaraba: “Hoy más que nunca tengo fe en los ideales que he venido predicando y me afirmo en mi propósito de luchar por los oprimidos de mi país y del mundo”.

El acoso implacable de las fuerzas represivas del tirano Gerardo Machado hizo que tuviera que salir hacia México en un exilio inevitable, para convertirse enseguida en el eje de la lucha revolucionaria en América Latina y alcanzar su plena madurez.

En tierra azteca generó un trabajo fructífero e incesante. En esos años elaboró una gran cantidad de ensayos y artículos que revelan la evolución de su pensamiento y su claridad meridiana ante el fenómeno imperialista, causante el daño mayor de los pueblos.

Allí también fundó organizaciones estudiantiles y campesinas, participó en el movimiento de la reforma agraria, colaboró en las luchas por la nacionalización del petróleo y en apoyo a las huelgas de los mineros, integró el Comité Central del Partido Comunista Mexicano y participó en eventos internacionales sobre esa línea.

Cuando cayó en una calle de México el 10 de enero de 1929, asesinado por orden del presidente Machado y consagrando el último aliento de su vida a la Revolución, tenía apenas 25 años de edad. El destacado intelectual y revolucionario cubano Juan Marinello así lo definía: “Como todo revolucionario profundo, Mella murió de su propia obra”.

En el año 1997, en ocasión del aniversario 75 de la FEU, el General de Ejército Raúl Castro Ruz sentenciaba: “Mella fue un sembrador. No pudo ver culminada la obra. Como sembrador cayó en el surco, pero como buena semilla en tierra grande y generosa, lejos de morir, su figura vive y se agranda. Lejos de extinguirse, sus raíces inagotables penetran más hondo en la conciencia de los cubanos”.

Ana Rosa Perdomo Sangermés