El maestro Adolfo Guzmán, referente indispensable de la música cubana
La musicalidad apreciativa de los públicos se revela en Cuba al disfrutar de legados artísticos imperecederos. Entre estos descuella el maestro Adolfo Guzmán, su partida física en 1976 no lo silencia en el olvido.
Evocaremos la trascendencia cultural lograda por él como pianista, compositor, orquestador, director de orquesta; pues logró establecer nexos con intérpretes y audiencias en ámbitos institucionales, públicos y privados.
Sin duda, resultó oportuno el acto de justicia que realizó la Televisión Cubana al retomar un concurso que lleva el nombre de Adolfo Guzmán.
Piezas emblemáticas del maestro patentizan su madurez poética y musical, la expresan ejecuciones pianísticas registradas en discos y audiovisuales. Tras estudiar el instrumento con Alberto Falcón; profundizó en la armonía, la instrumentación y la composición junto a otro precursor, Bernardo Moncada.
Guzmán reconoció la importancia de los procesos creativos y las investigaciones sistemáticas sobre fuentes y estilos diversos. Apenas se recuerda que en los inicios de su carrera cultivó el tango, estuvo al frente de una orquesta especializada en este género y dio riendas sueltas a la versatilidad musical durante giras por América Latina.
Musicólogos y otros especialistas deberían volver desde el pensamiento crítico al itinerario de esta figura esencial en la cultura cubana. Desplegó intuición, talento, rigor y emoción estética en facetas musicales diversas.
Al escucharlo fluyen raigambres que lo nutrieron; él supo renovarlas con autenticidad.
Poco se medita o no tanto como lo merece sobre las modernidades melódicas y armónicas que recreó en piezas donde aflora el corte estilístico lírico de vertiente filinesca. Además, demostró dominio de grandes ensambles instrumentales, jazz band, bandas de concierto, orquesta sinfónica y la Gran Orquesta de la Radio y la Televisión.
La elegancia y el virtuosismo musical realzaron la exquisitez de su personalidad artística. Pero no basta reconocerlo, urge seguir promocionando y difundiendo el repertorio de una autoría meritoria. La sensorialidad íntima de textos y músicas del gran maestro Adolfo Guzmán tiene vigencia para todos los tiempos.
