El valor patrimonial de las artes visuales en Cuba

La 15ª Bienal de La Habana suscitó un diálogo entre culturas y comunidades; durante el evento la capital de Cuba devino epicentro del arte contemporáneo. Pensemos la riqueza de las artes visuales que preserva el sistema institucional en beneficio del disfrute de la sociedad.
Un lugar de obligada referencia en este sentido es el Museo Nacional de Bellas Artes donde coinciden piezas de artistas clásicos y contemporáneos. Sus aportes conceptuales, filosóficos, estéticos, procedimientos técnicos y estéticas robustecen una historia visual renovada constantemente.
Debe el pensamiento crítico analizar las significaciones de cada individualidad creativa. Ver a La Habana con ojos propios ha sido para generaciones de artistas un motivo de inspiración al redescubrir la emblemática ciudad. Así lo patentizó el maestro René Portocarrero. Su partida física en 1985 no lo silencia en el olvido. Habanero raigal, le gustada descubrir paisajes emblemáticos; plazas, mamparas, rejas. En especial, lo cautivaron el Cerro y el perfil barroco de las fachadas. Desplegó el barroquismo del paisaje urbano en pinturas que muestran la belleza de calles, barrios y espacios interiores.
La cubanía del maestro René Portocarrero resplandece mediante una poesía visual cultivada en entornos locales. Su legado nos permite reconocernos; colores brillantes, azules, rojos, amarillos; atmosferas simbólicas deslumbran desde un estilo particular.
Visitar el Museo Nacional de Bellas Artes amplía las inteligencias lectoras. La institución abre ventanas hacia el conocimiento de artistas que propician a los públicos ampliar su universo cognoscitivo, la cultura y la capacidad de interpretar sinergias entre imágenes y símbolos; estos conforman disímiles lenguajes de notable calidad estética.
Del contexto de ese acogedor sitio forma parte la pintura del maestro Servando Cabrera Moreno. Esta posee la cualidad de permanecer en la memoria más allá del instante apreciativo.
El año 1960 marca nuevos derroteros estéticos en su quehacer; pues incorpora a su catálogo la épica popular y la ascensión del pueblo como protagonista de la nueva vida en Revolución.
Lo ilustran piezas emblemáticas de su autoría, Héroes, jinetes y parejas y Milicias campesinas. Ambas portan valores documentales, artísticos y expresividades dotadas de lirismo sugerente.
Sin duda, el maestro Servando Cabrera Moreno nos permite pensar la historia y el arte en Cuba donde instituciones culturales y creadores construyen sentidos de identidades raigales.