Esteban Salas: La fundación de un sonido cubano

Esteban Salas: La fundación de un sonido cubano
Foto tomada de Cuba en la memoria en Facebook

En la sala de música de la Catedral de Santiago de Cuba, un hombre de aspecto recio y voz enérgica dirigía con tenacidad a sus coristas. El escritor Alejo Carpentier, en su novela El reino de este mundo, lo describe como un anciano gritón, seco y renegrido, empeñado en hacer entrar a las voces de manera escalonada, cantando los unos lo que otros habían cantado antes. Este director, Don Esteban Salas, no era un simple maestro de capilla. Era un innovador que, en el siglo XVIII, sentó las bases de la música académica cubana y cuyo legado, redescubierto en un armario catedralicio siglos después, hoy vibra en conservatorios, festivales internacionales y grabaciones premiadas.

Esteban Salas y Castro nació en La Habana el 25 de diciembre de 1725, en el seno de una familia de origen canario. Desde muy temprano, la música se convirtió en su lenguaje. A los nueve años, ya estudiaba órgano y violín, y era tiple en el coro de la Parroquial Mayor de su ciudad natal. Más tarde, en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, completó una sólida educación en filosofía, teología y derecho canónico, mientras perfeccionaba sus conocimientos de contrapunto y composición.

El rumbo de su vida profesional cambió en 1764, cuando el obispo Pedro Agustín Morel de Santa Cruz lo nombró maestro de capilla interino de la Catedral de Santiago de Cuba. Al llegar a la ciudad oriental, Salas heredó una agrupación modesta de catorce músicos: tres sopranos, dos altos, dos tenores, dos violines, un violón, dos fagotes, un arpa y un órgano. Con determinación, comenzó a expandirla, gestionó aumentos salariales para sus intérpretes e incorporó nuevos instrumentos como flautas, oboes, clarinetes, trompas y violas. Para 1765, ya había logrado incluir dos trompas y dos oboes y transformó la capilla en un conjunto respetable para su época.

Durante casi cuatro décadas, además de su labor musical, Salas fue profesor de filosofía, moral y música en el Seminario San Basilio Magno. No fue hasta 1790, a la edad de 64 años, cuando fue ordenado sacerdote en una ceremonia en la Iglesia de Dolores, para la cual compuso un villancico y un Stábat Mater de catorce movimientos. Hasta su muerte en Santiago de Cuba el 14 de julio de 1803, su vida transcurrió entre la dirección musical, la enseñanza y el servicio eclesiástico.

Foto tomada de Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas en Facebook

El catálogo de Esteban Salas es vasto y diverso, compuesto por más de cien obras litúrgicas que incluyen misas, salves, motetes, himnos, autos sacramentales y pasiones. Como señalan varios estudiosos, su lenguaje musical es barroco, típico del período colonial latinoamericano, pero con un sello distintivo. Esta singularidad es especialmente palpable en sus villancicos, composiciones en español que constituyen uno de sus aportes más significativos.

Fechados entre 1783 y 1802 dichas composiciones eran creadas para las festividades navideñas de cada año. En ellos, el compositor empleaba una estructura ternaria que alternaba estribillos y coplas, donde combinaba pasajes corales con solos. Pero más allá de la forma, el contenido reflejaba la realidad de su entorno. Un ejemplo paradigmático es Una nave mercantil (1791), compuesto durante una grave hambruna en Santiago de Cuba, agravada por terremotos y huracanes. La letra expresa con crudeza el desamparo: “pues el hambre nos acaba y nos consume el aliento”.

Otros, como Pues la fábrica de un templo (1783) o Un musiquito nuevo (1797), revelan su profunda devoción y su intención evangelizadora al emplear la música como vehículo de alegría y alabanza. Pero la innovación de Salas no se limitaba al plano expresivo. En un gesto que la musicología actual valora como una singular anticipación, Salas rechazó las convenciones italianizantes para anotar el carácter de sus piezas. En sus partituras, en lugar de escribir “adagio” o “allegro”, empleaba términos en español como “despacio” o “alegre”, un gesto más en función de afirmar el idioma local en un ámbito dominado por las tradiciones europeas.

A pesar de su prolífica labor, la obra de Esteban Salas cayó en un olvido casi total tras su muerte. Su nombre fue omitido de diccionarios bibliográficos y estudios históricos durante más de un siglo. El rescate de su legado comenzó en la década de 1940, gracias a la labor del escritor y musicólogo Alejo Carpentier. Fue él quien, en su ensayo fundacional La música en Cuba, sacó a la luz la importancia de Salas, a quien consideró una figura esencial para establecer características estilísticas y disciplinas musicales en Cuba.

El trabajo de Carpentier fue la chispa que encendió una labor de recuperación que continúa hasta hoy. En las últimas décadas, musicólogos cubanos han realizado contribuciones fundamentales. Pablo Hernández Balaguer analizó en profundidad su obra y destacó su dominio técnico. Pero sin duda, el proyecto más ambicioso ha sido el liderado por la musicóloga Miriam Escudero Suástegui, quien dedicó una década a investigar en los archivos de la catedral santiaguera. Su trabajo doctoral y editorial permitió la publicación de 106 obras completas de Salas y ofrecieron por primera vez una visión sistemática de su producción.

Este rescate musicológico ha ido de la mano de una revitalización interpretativa. Agrupaciones cubanas como el Coro Exaudi (dirigido por María Felicia Pérez) y el conjunto Ars Longa (bajo la dirección de Teresa Paz) han grabado discos dedicados íntegramente a Salas. Estas grabaciones no son solo ejercicios de arqueología musical; han obtenido reconocimientos de alto nivel, como el Gran Premio Cubadisco 2003, que recibió el fonograma Cantus in Honore Beatae Mariae Virginis interpretado por Ars Longa.

Para la musicóloga Clara Díaz aquel lauro significó mucho más que el reconocimiento a la indiscutible excelencia de un producto musical. Era el fruto de esfuerzos mancomunados para perpetuar el legado patrimonial musical más antiguo con que cuenta la nación.

Hoy, la huella de Esteban Salas es tangible en la cultura institucional cubana. En Santiago de Cuba, el Conservatorio Esteban Salas forma a nuevas generaciones de músicos. En La Habana, su nombre identifica al Gabinete de Patrimonio Musical del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, un centro de estudios del Colegio Universitario San Gerónimo dedicado a la preservación, digitalización e investigación de fuentes musicales históricas. Fundado en 2012 bajo la égida de la Oficina del Historiador de la Ciudad, este Gabinete, dirigido por Miriam Escudero, rige el estudio de las diferentes fuentes documentales relativas al hecho musical con un equipo multidisciplinario.

Su directora explica que la labor del Gabinete es sincopar la música, porque esa esencia de alterar la monotonía y provocar el movimiento constituye la esencia misma de la cubanidad. El Gabinete es, además, un actor cultural activo y es actor principal en la organización del festival internacional Habana Clásica.

El estudioso Rafael Salcedo considera la música de Salas como la obra más perfecta y acabada en materia de música religiosa producida en la Isla. Más que un compositor del pasado es un fundador, un maestro cuya búsqueda de un lenguaje propio, anclado en su tiempo y su tierra, resonó lo suficiente como para ser escuchado, estudiado y celebrado siglos después, con la fuerza de una revelación.

Lázaro Hernández Rey