Evocando al maestro Rogelio Martínez Furé

En Cuba, destacado intelectuales nutren la cultura y el arte mediante el aporte de conocimientos y vivencias que alimentan los saberes y la espiritualidad de las personas desde edades tempranas.
Evocaremos las trascendencias antropológica y cultural de un nombre imprescindible entre los ilustres; el del maestro Rogelio Martínez Furé; sigue vigente su legado registrado en libros, conferencias, talleres y escenarios en diferentes lugares del mundo.
Fuente inagotable de sabiduría, griot acriollado, nunca guardó para sí secretos ni hallazgos. Desde la niñez se nutrió de los más diversos componentes identitarios cubanos. Convivió en un barrio de Matanzas con gallegos, chinos, dominicanos y descendientes de lucumíes, congos, ararás e iyesás.
Le interesaban todas las culturas; las estudió en profundidad. En especial, contribuyó a un mayor conocimiento de África. Lo hizo al investigar sedimentos y renovaciones, sacando a la luz una auténtica cuna de civilizaciones.
Debe el pensamiento crítico volver sistemáticamente a volúmenes escritos por el maestro Rogelio Martínez Furé; pues aportan notables valores documentales y artísticos: Poesía anónima africana, Diálogos imaginarios, Diwán, Poetas de lenguas africanas y Pequeño Tarikh, un diccionario que incluye a poetas africanos y más de treinta mil entradas de voces en 90 idiomas. No existe otro país de lengua española que haya publicado tanta literatura de la región africana como Cuba.
Por la valía de su obra mereció innumerables reconocimientos de los que formaron parte el Premio Nacional de Literatura y el Premio Nacional de Danza.
El retorno a sus huellas imperecederas propicia redescubrir las múltiples aristas del quehacer prolífero al estudiar raigambres y renovaciones. Nunca quedó satisfecho del todo. Insistió en documentos, charlas e intercambios en espacios académicos en zonas aun no descubiertas. Hizo énfasis en el plano histórico respecto a la participación de los africanos y sus descendientes en las luchas libertarias del siglo XVI; los movimientos de rebeldía de indocubanos y de africanos que se unieron y fundaron los palenques dando origen a siglos y siglos de cimarronaje.
También Martínez Furé fue un eterno cimarrón en el sentido de su inconformidad con las injusticias sociales. Nunca se mostró pasivo ante las discriminaciones que asolan al mundo.
Al evocar el registro de su personalidad activamos el pensamiento crítico que debe estimular el conocimiento de pensadores ilustres; pues sus ideas y pensamientos alumbran los caminos presentes y futuros.