La FEU respondió firmemente ante al agravio a José Martí

La FEU respondió firmemente ante al agravio a José Martí
Marines que participaron en el ultraje.

El joven revolucionario Fidel Castro, junto a varios dirigentes de la Federación Estudiantil Universitaria, encabezaron la manifestación que, con gran indignación, respondió ante al agravio a José Martí perpetrado por infantes de marina de Estados Unidos sobre su estatua ubicada en el Parque Central de La Habana, en la noche del 11 de marzo de 1949.

La reacción popular había sido enérgica e inmediata. El punto de reunión a la mañana siguiente fue la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana, justo frente a la Escuela de Derecho, lugar al que fueron llegando cientos de estudiantes en la medida que conocían a través de la prensa matutina sobre el bochornoso incidente. La indignación mayor la provocó la inacción de los policías que presenciaban la ofensa.

A ellos se fue sumando todo el pueblo, cuando por medio de tranvías, guaguas y vehículos, otros a pie, avanzaban hacia el Parque Central para efectuar mítines de repudio. Ya allí se encontraban los estudiantes del Instituto número uno (desde el triunfo revolucionario pasó a ser el Preuniversitario José Martí), que lanzaron piedras y botellas a los insolentes transgresores, uno de los cuales se había sentado sobre la imagen del Apóstol de la independencia de Cuba.

Acostumbrados a utilizar a la capital cubana como deslumbrante y económico burdel, los tripulantes y marines de las naves de guerra norteamericanas deambulaban por sus calles una vez que tocaban puerto e invadían con gran alboroto los bares y prostíbulos existentes en aquellos años. Aquellos que provocaron el incidente bochornoso en la estatua del Apóstol estaban borrachos y presumiblemente drogados, manifestando una actitud de irrespeto, incluso hacia los habaneros que por allí pasaban.

Aquella “osadía”, a pesar de los esfuerzos oficiales por ocultarlo, no pasó inadvertida. Después del repudio en el Parque Central, Fidel y sus compañeros se dirigieron a protestar hacia la embajada de Estados Unidos, ubicada entonces en la Habana Vieja, y allí fueron reprimidos por un contingente policial, como resultado de lo cual reportaron una veintena de jóvenes lesionados.

Los marines solo fueron aprehendidos más tarde, “para protegerlos de la ira popular”, y no cumplieron condena judicial alguna. Todo se resolvió con tímidas disculpas del diplomático estadounidense, la retirada del pase y una reprimenda a los “ocurrentes muchachos”.

Monumento a José Martí.

La lamentable conducta de los marines estadounidenses aquel día fue uno de los episodios más tristes del entramado republicano. El destacado historiador cubano Sergio Aguirre escribía en la edición del periódico Hoy cinco días más tarde: “Aquí no ha pasado nada. Miembros de las fuerzas armadas de la nación vecina pueden orinarle la cabeza a Martí sin temor a que el gobierno de Cuba se dé por enterado… lo de Martí se ha resuelto con agua y jabón, un ramo de flores de Robert Butler, embajador norteño en el país, y un discurso que pocos escucharon…”

Han transcurrido 75 años, pero el pueblo cubano no olvida.

Ana Rosa Perdomo Sangermés