La repercusión del arte en la existencia de todos los días
Con la llegada del nuevo año 2026 dedicamos parte del tiempo de nuestras vidas a ver y comprender diferentes manifestaciones artísticas en las pantallas y espacios públicos.
Reflexionemos sobre cómo las percepciones lectoras pueden nutrir nuestros saberes.
Son conscientes las personas del significado que tienen filmes, audiovisuales, puestas teatrales y exposiciones de artes visuales en las experiencias cotidianas.
En ellas, es fundamental defender la ilusión de verdad artística, lo verosímil. Debemos meditar sobre lo expuesto en las obras, y aunque no tengan relación inmediata con nuestra cotidianidad, nos preparan el raciocinio y las emociones para enfrentarlas en algún momento.
Sensibilizar emociones trasciende provocaciones de llantos y sonrisas. Ellas nunca nos abandonan si provocaron pensarlo de todo nuevo tras reflexionar sobre nuestras conductas con humildad.
Cada obra cinematográfica o audiovisual está determinada por la estructura interna del relato. Se nutre o empobrece en el proceso durante el proceso creativo. A él aportan todos los expertos involucrados durante la narración de historias que pueden “parecerse” a la vida; pero no son la vida, sino otra realidad de la que aprendemos si mantenemos despierta la inteligencia lectora.
Pensemos: el cine, la televisión, las redes, el teatro y espacios expositivos de artes visuales motivan intereses en los públicos. Creadores de diferentes generaciones aportan; en ocasiones, presupuestos dramatúrgicos no establecidas, laberintos inéditos, puntos de vista provocadores. Interpretarlos en profundidad siempre nos permitirá conocernos y reconocernos en la dimensión propia de ser humanos plenos de sueños, conflictos y aspiraciones.

