La visión inigualable de José Martí sobre Antonio Maceo

La visión inigualable de José Martí sobre Antonio Maceo

Al resumir las cualidades de Antonio Maceo, tanto como combatiente con las armas en la mano como en la trascendencia de los principios que defendió, José Martí exponía el 6 de octubre de 1893, en un artículo en el periódico Patria:

¡…Hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo! …Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo… No deja frase rota, ni usa voz impura, ni vacila cuando lo parece, sino que tantea su tema o su hombre. Ni hincha la palabra nunca ni la deja de la rienda. Pero se pone un día el Sol, y amanece al otro, y el primer fulgor da, por la ventana que mira al campo de Marte, sobre el guerrero que no durmió en toda la noche buscándole caminos a la patria. Su columna será él, jamás puñal suyo. Con el pensamiento la servirá, más aún que con el valor. Le son naturales el vigor y la grandeza”.

Y es que la grandeza se determina tanto por el lugar que un hombre ocupa en la historia como por la influencia que su ejemplo ejerce sobre la conciencia de generaciones que le suceden. Es el caso de Antonio Maceo, el General Antonio. Generaciones de cubanos han vibrado con el paradigma de su vida, porque como todo héroe, por su grandeza, suele hacer la ronda revolucionaria, historia arriba, estimulando e inspirando, marcando el paso de los hombres por el camino del sacrificio, del desinterés, de la nobleza, del amor a la Patria, de la generosidad humana.

Es Martí quién retoma la idea de reorganizar la guerra por la independencia de Cuba y en una de las primeras personas que piensa es en Maceo. Resulta lógico que Martí previamente priorizara contactos personales con Maceo para solicitarle su apoyo resuelto a esa labor y en 1893 fue a su encuentro en Costa Rica.

La valoración martiana, con su hermoso verbo, atrapa la atención de los lectores, no sólo de Patria; también después, ahora. Y no solo nos remonta a la manigua, a Costa Rica, a los padres, a la amada María… Porque sus energías físicas y morales Maceo las puso al servicio de una acción deliberada, con un objetivo concreto: la independencia de Cuba. En él ya se habían fundido el genio militar y el pensamiento revolucionario.

Este es el hombre que los deberes para con su Patria, para con sus convicciones políticas, para con la humanidad, estaban “por encima de todo esfuerzo humano” y fluyen de manera coherente desde este escrito con una belleza poco común y que Martí supo cultivar muy bien, con la fuerza de su experiencia y de lo vivido junto al Titán.

Y es que Antonio Maceo fue un revolucionario de agudo y proverbial pensamiento, y eso quedó evidenciado en varios de sus documentos, pero en uno de ellos especialmente se resume: “…mis actos  son el resultado, el hecho vivo de mi pensamiento, y yo tengo el valor de lo que pienso, si lo que pienso forma parte de la doctrina moral de mi vida”.

Al describir las características y cualidades humanas de Antonio Maceo, resalta la fuerza de sus palabras y su doctrina nos llega de un soldado y jefe mambí que ya había empuñado por diez años el machete emancipador y sus dos objetivos inseparables eran suprimir la esclavitud y lograr la independencia absoluta de Cuba.

En él ya se habían fundido el genio militar y el pensamiento revolucionario. Con hombres de a caballo y de a pie, unos descalzos y otros solo con machetes, Maceo atravesó lugares inhóspitos, ganó combates que parecían imposibles, atravesó trochas fortificadas que los españoles consideraban inexpugnables, y venció tropas que eran muchas veces superiores en armas y en número de soldados a los de sus aguerridos mambises.

Evocar hoy a Maceo, como hace 130 años lo hizo Martí con su semblanza en el periódico Patria, es un grito de combate, una voz de partida, un llamamiento a la práctica revolucionaria y a las energías morales.

Ana Rosa Perdomo Sangermés