La visualidad de un réquiem (+Fotos)

La visualidad de un réquiem (+Fotos)
Foto de Marcos Harold Linares García

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Tres de los cuestionamientos básicos de la existencia humana son recreados en la exposición colectiva Réquiem, abierta al público desde este jueves 12 de enero, en el espacio Arco de Belén, en el Centro Histórico de La Habana.

Desde el propio título se viene anunciando el aura que se respira en el espacio galerístico, y es que el réquiem precisamente es aquella oración que se reza en las misas para los difuntos. En Arco de Belén encontramos pinturas, fotografías, videoarte, instalación y hasta performance, todo conectado por una idea común: el concepto de lo que fue, pero que ya no está.

El guion curatorial de la muestra es, sin lugar a dudas, magistral, representar una temática desde la óptica de 17 artistas, aporta una riqueza estética que consigue atrapar a un público diverso. Es precisamente, el juego con los diferentes públicos, otro de los aciertos de la exposición, pues fusiona propuestas de artistas visuales ya consagrados dentro del circuito artístico cubano, junto con los lenguajes de artistas emergentes.

Fue la literatura también otro de los atractivos del evento. Las obras coexistieron con fragmentos poéticos de literatos como Fajad Jamís, Alberto Acosta-Pérez, José Lezama Lima y Virgilio Piñera. Cada una de las frases deviene un comodín de lujo, se caracterizan por citar lo corroído, lo que se perdió, lo muerto.

Cristales rotos, edificios olvidados, hormigón despedazado, un aborto y restos de objetos consumibles acompañan al espectador durante su estancia en la galería. Réquiem asume la muerte de la especie y la muerte de las cosas desde una misma perspectiva, demuestra que toda pérdida estará condicionando el equilibrio emocional de la construcción humana.

La parte ejecutiva del evento se lleva también las palmas en la jornada inaugural, y es que de una forma muy dulce se consigue empastar el contenido trágico de la exhibición con un ambiente lúdico. La buena música no faltó, tampoco las luces ni el espectáculo. Todo muy bien premeditado: por un lado, una oda a la vida, por el otro, la muerte acechando, pero no hay ruidos, no hay contraste, nada está aquí por gusto; todo adquiere un sentido propio.

Foto: Marcos Harold Linares García
Foto: Marcos Harold Linares García
Foto: Marcos Harold Linares García
Foto: Marcos Harold Linares García
Foto: Marcos Harold Linares García
Foto: Marcos Harold Linares García
Foto: Marcos Harold Linares García
Foto: Marcos Harold Linares García

Marcos Harold Linares García