Lenin, estratega capaz y de visión profunda

Lenin, estratega capaz y de visión profunda
Foto: La Jiribilla.

El homenaje en ocasión del centenario de la muerte de Vladimir Ilich Uliánov, cuyo nombre clandestino fue Lenin, adquiere connotaciones especiales cuando su visión genial del imperialismo está más vigente que nunca, ante la monstruosa agresión de Israel a Palestina, con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos y la OTAN, las amenazas y sanciones que entraña para Rusia y la  independencia de muchos países del mundo, y el peligro en que se encuentra ahora la paz mundial.

A él debemos siempre acudir para comprender la naturaleza profundamente reaccionaria de ese sistema, que no vacila en recurrir a la guerra.

Lenin nos enseña todavía que aquellos que invocan el socialismo y la democracia, sintetizando esos ideales en la palabra  socialdemócrata, deben oponerse activamente a los procedimientos belicistas, a sus mentiras y pretextos, o se convierten sencillamente en sus servidores, manchándose también las manos de sangre.

Fue común verlo en todas partes, lo mismo en una fábrica compartiendo con los obreros que intercambiando con los campesinos, en las calles junto al pueblo, como magnífico agitador político y promotor de las ideas revolucionarias, sensible y humano, reflexivo y abierto a las opiniones de la gente humilde, estratega capaz y de visión profunda.

Al convocar a la defensa del socialismo, Lenin señalaba  que las crisis económicas, por un lado, despiertan a las masas populares, y por el otro, generan tendencias hacia la reacción extrema en el seno del gran capital, como fue por ejemplo el caso de Alemania,  donde con la crisis global de 1929 surgió el fascismo.

Décadas después puede aún comprobarse la justeza del análisis científico del marxismo leninismo de que las crisis son inevitables en el capitalismo y ha vuelto la tendencia al fascismo, que esta vez utiliza modernos medios de comunicación para engañar a la opinión pública, como nunca antes en la historia.

Lejos de constituir una doctrina vencida por la historia, el ideal socialista se alza como fórmula emancipadora, de justicia social y de equidad. Lenin, como conductor de la primera revolución proletaria del mundo, nos sigue inspirando con sus lecciones de tenacidad, firmeza, voluntad, optimismo y confianza en las masas.

El deceso del gran líder de las masas proletarias aconteció a las 6:50 p.m. del 21 de enero de 1924, como resultado del deterioro de su salud, generado por las secuelas de un traicionero atentado a tiros con balas envenenadas, protagonizado por la contrarrevolución dos años y medio antes, después de finalizar su discurso en una fábrica. El parte médico final reseñaba el fallecimiento por derrame cerebral.

Por espacio de cuatro días, a pesar de las adversidades del tiempo con las rigurosas nevadas, centenares de miles de obreros y campesinos, soldados rojos y empleados, delegaciones de trabajadores de todos los confines del país, pasaron día y noche por la Sala de las Columnas de la Casa de los Sindicatos en Moscú, para rendir el último homenaje al gran Lenin.

A la luz de hoy, al cabo de 100 años de su desaparición física y en medio de una vertiginosa transformación científica y tecnológica, en el mundo de la globalización y la agresividad imperial, no se es leninista repitiendo párrafos del gran revolucionario ruso sino, sobre todo, aplicando a las nuevas condiciones el método, el rigor científico y el estilo dialéctico de su pensamiento.

Ana Rosa Perdomo Sangermés