Libros que todos debemos leer: Las aventuras de Guille

Libros que todos debemos leer: Las aventuras de Guille

En el panorama de la literatura infantil cubana, donde coexisten, el legado martiano y las búsquedas contemporáneas, Las aventuras de Guille, de Dora Alonso, emerge como una obra que entrelaza con maestría la tradición oral y la identidad cultural.

Publicado en el marco de una producción literaria infantil que históricamente ha oscilado entre el didactismo revolucionario y la exploración estética, este libro destaca por su capacidad para convertir el folclore cubano en experiencias narrativas vivas.

La autora de otras obras emblemáticas como El cochero azul, Pelusín del Monte y El valle de la Pájara Pinta, quien es ampliamente reconocida por su conocimiento sobre mitos y leyendas de la nación caribeña y su prosa que rebosa de tradiciones, construye en estas páginas un universo, donde lo fantástico se arraiga en paisajes y costumbres autóctonas: desde la vegetación tropical hasta las festividades populares. Estos elementos no solo ambientan las peripecias del protagonista, sino que funcionan como puentes hacia la memoria colectiva.

Los valores educativos de la obra operan en múltiples niveles. En lo emocional, Guille –niño curioso y valiente– enfrenta desafíos que exigen resiliencia y trabajo en equipo; en lo sociocultural, los relatos integran saberes del mestizaje cubano: leyendas taínas, vocablos africanos y tradiciones hispanas se fusionan sin didactismos forzados, optando por una ética implícita en situaciones cotidianas como el respeto a los mayores, la solidaridad y la protección de la naturaleza.

Se recomienda su lectura para infantes de entre siete y doce años. Para los más pequeños (siete a nueve años), los capítulos breves con elementos mágicos capturan la atención mediante imágenes potentes y ritmo ágil. Para preadolescentes (diez a doce años), las historias ofrecen capas de mayor complejidad que, sin trivializar realidades, preservan la perspectiva infantil.

Esta adecuación etaria se vincula también a su función como herramienta pedagógica. Docentes cubanos han utilizado sus relatos para enseñar, desde geografía local hasta ética cívica, en diálogo con propuestas actuales, en el que lo cotidiano se transforma en lección vital.

Las ilustraciones, aunque varían según las ediciones, merecen análisis por su narrativa visual. En versiones recientes, predominan trazos que mezclan realismo y estilo naif: tonos verdes y ocres evocan la campiña cubana; mientras figuras de ojos expresivos transmiten movimiento y emociones. Destacan, especialmente, las representaciones de seres mitológicos, como la Madre de Agua, con su cabello de musgo y cuerpo serpentino, que reinterpretan iconografía taína con técnicas modernas de acuarela digital. En resumen, las imágenes dialogan con el texto sin reducirlo a lo literal.

Las aventuras de Guille es una obra que trasciende así el entretenimiento para afirmarse como elemento cultural. Su mayor logro es hibridar lo universal con raíces específicas: el español caribeño de los diálogos, los detalles que nos remiten al humanismo de La Edad de Oro de José Martí y la reivindicación de un espacio rural que fue, durante años, simbólicamente prioritario en la narrativa infantil cubana.

En tiempos en que el mercado inunda a los niños de relatos globalizados, esta obra resiste como mapa afectivo de Cuba; no como postal estática, sino como territorio habitado por contradicciones y maravillas. Su lectura siembra algo más que amor por los libros… siembra pertenencia. Y, si bien está recomendada para infantes de siete a doce años, no es impedimento para que los adultos también podamos disfrutar de las peripecias de Guille.

De la autora

Dora Alonso, cuyo nombre real es Doralina de la Caridad Alonso y Pérez-Corcho, nació en la provincia de Matanzas, el 22 de diciembre de 1910 y falleció en La Habana el 21 de marzo de 2001. Narradora, dramaturga, poeta y periodista cubana es considerada como una de las más importantes escritoras para niños, la más traducida y publicada en el extranjero. Su estilo literario narrativo estuvo basado en la sencillez y manejo de las emociones, resaltando siempre en sus textos al campesinado cubano a través del recreo de sus valores humanos y el amor por la naturaleza. Fue acreedora del Premio Nacional de Literatura.

Gilberto González García